Saná (EFE) – El Gobierno internacionalmente reconocido del Yemen hizo hoy un llamamiento a los países del mundo para que clasifiquen «de inmediato» a los rebeldes hutíes como «grupo terrorista», pues considera que esto ayudaría a poner fin al conflicto en el mar Rojo entre los insurgentes y Estados Unidos.
En una reunión, el Ejecutivo pidió a la comunidad internacional «comenzar de inmediato a clasificar a la milicia hutí como grupo terrorista y obligarla a emprender esfuerzos serios para calmar y devolver la seguridad, la estabilidad y la paz al Yemen», según la agencia de noticias gubernamental yemení Saba.
El Ejecutivo, con sus aliados Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos -que intervienen desde 2015 en la guerra del Yemen en contra de los hutíes-, lleva un decenio exigiendo la clasificación de los insurgentes como terroristas, y ha expresado su frustración por la negativa de varios países occidentales de hacerlo.
La administración estadounidense de Donald Trump catalogó brevemente a los hutíes como grupo terrorista, una medida que fue levantada en 2021 por el gobierno del actual presidente, Joe Biden, al considerar que dificultaría los esfuerzos de paz en el Yemen, sumido en una guerra enquistada desde 2014.
Sin embargo, tras los bombardeos estadounidenses y británicos de la madrugada del viernes en represalia por los ataques de los rebeldes contra navíos mercantes en el mar Rojo, y preguntado por si considera a los hutíes terroristas, Biden respondió a la prensa: «Creo que lo son».
Durante la reunión gubernamental, también se hizo hincapié en «la necesidad de que la comunidad internacional apoye al Gobierno yemení para extender su control sobre todo el territorio», ya que desde 2014 los rebeldes han tomado gran parte del norte y del oeste del país, incluida la capital, Saná.
El Ejecutivo insistió en que los ataques hutíes contra navíos en el mar Rojo sirven a los intereses de Irán, al tiempo que «desvían la atención de los ataques y las graves violaciones de la ocupación israelí» de la Franja de Gaza, pese a que los rebeldes afirman que realizan estas acciones para dañar económicamente al Estado judío.
Muchas navieras han optado las últimas semanas por evitar el mar Rojo -una vía vital del comercio entre Asia y Europa- y se han visto obligadas a bordear el extremo sur del continente africano, con un enorme coste adicional, así como con diez o doce días más de navegación.