Babcock Ranch (EE.UU.)(EFE) – En la costa oeste de Florida, a unos 80 kilómetros de Tampa, se erige Babcock Ranch, una comunidad que se define como «la ciudad del futuro», ya que es autosuficiente y capaz de hacer frente a una «crisis climática en aumento», incluidos los devastadores huracanes.
Su ideólogo, el desarrollador Syd Kitson, asegura que el proyecto ha llamado la atención pública porque este modelo de ciudad se acabará implementando a medida que el cambio climático sigue amenazando el planeta.
«Es una de las ciudades más sostenibles del mundo, que busca demostrar que la ciudad y el medioambiente pueden trabajar juntos», explica Kitson a EFE.
Hace poco más de 15 años, su compañía Kitson and Partners adquirió 72 kilómetros cuadrados (18,000 acres) de terreno con la idea de desarrollar este innovador proyecto de construcción situado en la reserva natural que lleva el mismo nombre de la comunidad y al noreste de la ciudad de Fort Myers.
Placas solares y un sistema de lagos
Lo primero que hicieron en el terreno fue erigir un campo con más de 700,000 placas de energía solar que permite dar autonomía total a los residentes y a los espacios públicos.
«Toda la energía que creamos aquí equivale a sacar unos 24,000 vehículos de la carretera», dice el desarrollador, convencido de que esa fórmula es la que utilizarán las ciudades del futuro frente a «una crisis climática que va en aumento».
«A pesar de que se necesitaron más de ocho años para construirlo, estas instalaciones de generación de energía solar se están replicando por todo el país y es un motivo para decir orgulloso que todo comenzó aquí en Babcock Ranch», agrega.
Otro aspecto crucial en esta comunidad, como es la gestión del agua, se sostiene en un sistema de lagos capaz de almacenar miles de litros y con los cuales abastecer a toda la ciudad sin necesidad de contratar un servicio adicional.
Además, se ha desarrollado un sistema para predecir el clima de siete a diez días, de manera que se pude controlar el nivel de agua con antelación para evitar las inundaciones en la zona, especialmente cuando hay tormentas o huracanes.
«Entonces, si se predicen fuertes lluvias, se pueden bajar realmente los niveles de los lagos para asegurarse de que no hayan inundaciones en Babcock Ranch. Eso es parte de la resiliencia que tenemos aquí», explica Syd.
La prueba del huracán Ian
Minimizar el impacto de un potente huracán fue también una de las prioridades para el desarrollador y por eso las viviendas están construidas con los nuevos códigos del estado, «con una estructura capaz de soportar el impacto de los vientos, la lluvia y el agua», según dice.
El año pasado, el poderoso huracán Ian, que alcanzó vientos de 260 kilómetros por hora y causó una gran devastación en la vecina Fort Myers, supuso la prueba de fuego para Babcock Ranch.
Ian causó 149 muertes en Florida y se convirtió en el ciclón más mortífero en este estado desde 1935, además de provocar daños estimados en más de 112.000 millones de dólares.
En Babcock Ranch, los residentes estuvieron semanas sin energía eléctrica y al cabo de un año cerca del 40 % de las casas del área de Fort Myers ya están reparadas, según informó la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés).
«Fue un fuerte huracán que avanzaba muy lentamente, se estancó durante ocho horas con vientos sostenidos de 100 millas por hora (160 km/h) y ráfagas de hasta 100 millas por hora (240 km/h)», recuerda Kitson, que llegó a dudar si la comunidad resistiría los fuertes vientos y las lluvias.
A las 5,000 personas que en ese momento residían en la comunidad, la administración les recomendó quedarse en casa, porque consideraban que el lugar reunía las condiciones para soportar la tormenta.
Mark Wilkerson, que lleva viviendo más de cinco años en Babcock Ranch, fue uno de los residentes que prefirió quedarse, principalmente porque no tuvo mucho margen de movimiento, ya que Ian cambió de trayectoria en poco tiempo y tocó tierra más al sur de lo previsto por los meteorólogos.
«El ruido del viento era tan fuerte que parecía que iba a desprender la casa», dice a EFE.
Horas después, comprobó que la vivienda no había sufrido prácticamente ningún desperfecto. «Solo me faltaba una teja del techo, fue el único daño que tuve», dice, aún aliviado de la inversión que hizo en esta comunidad.
A la mañana siguiente del paso de Ian, Kitson también tomó su camioneta y comprobó que su plan había funcionado.
«Tuvimos muy pocos daños, la vida seguía igual porque nunca perdimos ni el agua ni la electricidad, a pesar de que a nuestro alrededor había destrucción y pérdidas de vidas», asegura.
En Babcock Ranch ahora residen de forma permanente más de 8.000 personas y cuenta con varias escuelas, centros deportivos y de ocio.
El plan es seguir construyendo nuevas viviendas y edificios en esta comunidad que, según defiende Kitson, ya ha demostrado ser «la ciudad del futuro que se adapta a los desafíos climáticos».