Por Wilda Rodríguez
Periodista
A nadie le importaba un bledo que José Ronaldo Jarabo apoyara a Miguel Romero, hasta que al presidente del Partido Popular Democrático se le ocurrió expulsarlo. No era siquiera noticia. Antes había apoyado a Pedro Rosselló, y todos sus allegados lo reconocen como estadista-popular… que no ha sido ni es el único.
¿Fue un error político de Jesús Manuel Ortiz colocar a este personaje de nuevo en los titulares de los medios?
Ronny Jarabo debe estar riéndose solo. A los 83 años de edad, su ego inflado no esperaba este regalo. Su afán de protagonismo es célebre desde que era un joven y apuesto político con elocuencia. Si no fuera por su arrogancia, habría recibido más crédito entre sus pares como político inteligente y astuto. Lo cierto es que a sus espaldas muchos se burlaban de él, pero no se atrevían a hacerlo de frente.
A pesar de insistir en sus intervenciones como analista y de seguir recibiendo el título de asesor, Jarabo no es una figura pública contemporánea. No se trata de edadismo. Tengo setenta y siete años de edad y aquí me tienen. Que las nuevas generaciones no sepan quién es Ronny Jarabo es una realidad monda y lironda. Lo que no quiere decir que sea un viejo chocho. Todavía conspira.
¿Por qué el exabrupto de Jesús Manuel Ortiz? Quería llevar un mensaje, alegan sus amigos. ¿Qué mensaje? ¿A quién? ¿Qué ha logrado con la proeza?
Quien único se beneficia de lo que ocurrió el domingo es el Partido Nuevo Progresista. Ese parece que es el plan. Lo que no sabemos es quiénes son todos los cómplices. Pero ya que saben mi edad, comprenderán que no confundo casualidades con causalidades. La encuesta de El Nuevo Día y el show de Ronny son astillas del mismo palo.
Romero anuncia su candidatura inmediatamente después de que la encuesta del medio nacional más grande prácticamente le otorgue la revalidación al cargo y hasta le fabrique una contendiente. La misma encuesta que no oculta su empeño en resucitar y posicionar al Partido Popular Democrático como competidor único del PNP en las próximas elecciones. La misma encuesta que rechaza y descarta la posibilidad de que el bipartidismo PNP-PPD sufra a manos de una alianza liderada por el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana.
En el anuncio de candidatura de Romero aparecen entonces banderas rojas del PPD, y Ronny Jarabo sube a tarima como figura que pretende ser mítica. Acto seguido, un comunicado del PPD es emitido por su segunda vicepresidenta anunciando la expulsión de Jarabo como afiliado al PPD. ¿Se encargaron de averiguar si había algún otro Popular ondeando banderas rojas para Romero para incluirlo en la expulsión? ¿Sabía alguno de ustedes que Jarabo ocupaba cargos de capacidad decisional en el PPD de los que fue expulsado? ¿Incluye esa expulsión obligar al presidente del Senado José Dalmau a despedir a Jarabo como su asesor? ¿Cuándo se enteró el PPD de que Jarabo no iba a la iglesia el domingo porque tenía cita con Romero?
Todas estas interrogantes han sido puestas ante la opinión pública a propósito, y su única intención es que el tema se extienda por un rato aunque sea inconsecuente. Ese chicle lo van a estirar hasta donde alcance.
Desde que salió la encuesta vengo advirtiendo que sus números no son lo importante. Como encuesta es una chapucería. Lo que debe analizarse, cuestionar y denunciar son las intenciones detrás de la encuesta y los eventos que le siguen – y van a seguir- para validar el libreto a favor de los intereses del bipartidismo colonial. De que prevalezca el PNP y no desaparezca el PPD depende la estabilidad del sistema. Para eso, hay tres cosas que sembrar y cultivar en la opinión pública.
- Que el PNP gane las elecciones del 2024.
- Que la alianza PIP-MVI no se cuaje.
- Que el PPD sea el único contendiente del PNP.
¿Por qué pasar el trabajo de montar una encuesta, diseñar una narrativa y celebrar funciones públicas que procuren todo lo anterior? Porque la misión es crear las condiciones para que el sistema prevalezca. Porque para hacerlo tiene que manipular la información y procurar el control de lo que la gente piensa por todos los medios posibles.
En el capitalismo el propósito principal de los medios y los políticos a su servicio es fomentar el anticomunismo, el individualismo y el culto a la ignorancia. Su fin es crear una conciencia colectiva acomodada al sistema. Eso en Puerto Rico equivale a sostener al Partido Nuevo Progresista y mantenerle un oponente fatuo (el PPD) que llegue segundo en una carrera de dos.
De ahí el empeño en resucitar al PPD y hacerlo hasta interesante, cuando todos sabemos que el PPD nunca va a regresar a ser un partido principal con posibilidades de recuperar el poder que tuvo, y que lo mejor que le puede pasar a Puerto Rico es que acabe el velatorio y lo entierren.