Ver a Joanne Rodríguez Veve perreando al son de la música de Villano Antillano en un vídeo editado en las redes sociales, me puso a pensar en Aristóteles. Sí, ese filósofo griego que una vez dijo que “no se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”. Se es o no se es. Así de simple. Pero la simpleza no aplica en la ilógica política portorricensis.
Aquí llevamos unos días donde se han roto todos los récords de la ridiculez política para tapar la realidad que nos afecta a todos, porque esto de Rodríguez Veve ocurre la misma semana que reapareció Marigdalia Ramírez Fort, alias “La Cenicienta”. Aquella aspirante a la alcaldía de Guaynabo vestida de quinceañera ahora quiere postularse para la comisaría residente en Washington por el PNP.
Pasa una semana después del “gender reveal” de los gemelos de Jenniffer González y a días del mitin que hizo Pierluisi en las escaleras del Centro de Convenciones para que se viera mucha gente. Pasa a una semana de que el alcalde de San Sebastián, Javier Jiménez, dejó el PNP para entrar a Proyecto Dignidad/ y pasa a días de que a los estadistas que votaron por Dignidad en las elecciones pasadas, Pierluisi los llamo diciendo: “come back”, como le decía “Rose” al personaje de Leonardo DiCaprio en la película del Titanic.
Falta poco más de un año para las elecciones, y son demasiadas cosas simultaneas pasando en la política, pero la senadora Rodríguez Veve botó la bola. Aristóteles se quedó corto para poder develar las posturas que asume esta señora.
No es un asunto de conservadores, sino de consistencia lo que se le cuestiona de Rodríguez Veve. La senadora ha sido consistente en esconder sus verdaderas motivaciones con lo que exige y demanda a los demás, pero ella no está dispuesta a asumir.
Repito, no es decir que Rodríguez Veve es conservadora, porque claramente no lo es. Sus ejecutorias, y ese vídeo perreando, lo demuestran. El asunto es la consistencia de ella en esconder sus prejuicios contra las personas trans, gays o las mujeres feministas. Eso es el récord público. Critica la paja en el ojo del otro, pero no está dispuesta a que le señalen y a mucho menos admitir, la suya.
Todo porque Rodriguez Veve denunció que el concierto de la rapera puertorriqueña conocida como Villano Antillano permitiera la entrada de menores de 16 años. Criticó que se les permitiera a los niños ir a ese espectáculo titulado “Babilonia” para celebrar “el desenfreno LGBTTQ+” y la “lujuria”. Esto sí generó un desenfreno de todo tipo de reacciones, miles de memes en las redes sociales, vídeos y comentarios tanto de conservadores como de liberales. Pero la empresa Ticketera colgó en su página web que el evento pautado para el Coca Cola Music Hall, será sólo para adultos. Rauda y veloz, Rodríguez Veve lo celebró.
“Ahora será SOLO PARA ADULTOS concierto de Villano Antillano. Cambian los requisitos de entrada. Agradezco a la Administración del Coca Cola Music Hall, ASM Global y al promotor Alejandro Pabón por actuar prudente y responsablemente ante los reclamos en protección de los menores de edad. Agradezco además el compromiso para garantizar el cumplimiento de la ley y el orden durante el evento. Y agradezco también a todos los que desde sus diferentes espacios dejaron sentir su opinión para defender a los niños. ¡Este es el resultado cuando nos unimos en defensa de la niñez!”, escribió Rodríguez Veve en sus redes sociales”.
Esto es hipocresía, porque la senadora no dice sus verdaderas motivaciones. Ella usa como excusa la protección de los niños para ocultar sus prejuicios hacia las personas trans.
Incluso es doblemente inconsistente porque va en contra de las posturas políticas de los mismos conservadores. La tendencia conservadora es limitar la intervención del gobierno en la vida de los ciudadanos. Pero para censurar, para callar una expresión artística, para eso Rodríguez Veve quiere meter al gobierno. Falla al no decir lo que exige y demanda.
Recordemos que hace unos meses se unió a los que decían que el gobierno debía prohibir, censurar o limitar el derecho a la expresión de otros seres humanos, cuando también denunció que en un espectáculo de Drag Queens en el Distrito T-Mobile leyeran cuentos para niños. Total, eso no pasó, pero sí quedó claro la doble vara de la legisladora.
Es como el mensaje es de “a mis hijos los educo yo”, el que usan como lema en contra de la educación con perspectiva de género. Pues la senadora debería ser lo suficientemente honesta y admitir que si algún padre decidía llevar a sus hijos de 16 años a ver a Villano Antillano, esa era su prerrogativa.
Es de esperarse que ese espectáculo de Villano Antillano será de contenido adulto y sexual, y si me preguntan a mí, concurro en que ningún menor debe estar expuesto a esas cosas, pero eso es una decisión de cada padre, madre o tutor de un menor de edad. La moral no se puede legislar, como tampoco puedes imponer tu moral sobre la de los demás que creen distinto a ti.
Considero que después que no se le haga daño a nadie, existe el libre albedrio. Puedes hacer lo que te venga en gana, lo que quieras y desees hacer, siempre y cuando sea legal y no dañe a otro ser humano. Porque repito, no puedes limitar los derechos de los demás ni imponer tu moral sobre otro.
En ese sentido, la Senadora es la que tiene que rendir cuentas al país, a los electores que la eligieron, y a los conservadores que evalúan sus expresiones con sus acciones en su vida. De lo contrario, se convierte en una villana.
Reitero, la senadora tiene derecho a sus posturas, pero no imponerlas porque esa es la guerra cultural conservadora que nos distrae de los asuntos verdaderamente importantes y que no se traduce en mejores condiciones de vida para todos. ¿Acaso las posturas anti-trans o anti-aborto o anti-gay de la senadora han detenido la corrupción que destruye a este pueblo? No ¿Acaso se han traducido en mejores empleos, o en detener el desplazamiento de comunidades, o parar la destrucción desmedida del ambiente o en que Luma mejore el servicio eléctrico? No.
Ser conservador no es problema. Lo problemático es usar ese discurso para engañar y para vivir del pueblo con el salario, la exposición y los beneficios del poder que trae ser una senadora del ELA.
Ser cristiano tampoco es el problema. El problema es ser hipócrita. La misma Biblia lo dice. Los verdaderos creyentes tenemos que ser honestos. No se puede vivir una doble vida o tener dobles discursos para acomodarse dependiendo del asunto. Si se predica ser conservador, en la vida también hay que serlo. Por eso digo que Rodríguez Veve debe ser honesta y admitir que tiene serios prejuicios contra las personas distintas a sus creencias.
El perrear con la toalla rosa en la cabeza o vestirse en bikini frente a las cámaras de una película a la que ahora editaron con la música del Villano Antillano, tiene que poner a los electores a mirar detenidamente las ejecutorias de esta senadora. Evaluar su hoja de trabajo, no su verborrea. Evaluar si practica lo que predica, y se tiene que concluir que hay muchas preguntas sobre su vida personal sin contestar. Exige un comportamiento moral en la sociedad con el cual ella, en su vida y ejecutorias, no es consistente. Ya el público va conociendo su récord personal.
Analizar a Rodriguez Veve no es fácil, porque como canta la misma Villana Antillana “no soy facilita, no soy cáscara de coco. Yo voy poco a poco y tú te tiraste a lo loco, por saoco”. Y como cantó con Bizarrap: “Si no entiendes lo que digo, mala mía, Si no aguanta’, calentón, mala mía”.