Por Lcdo. Manuel A. Quilichini
Presidente Colegio de Abogados y Abogadas de PR
Las representaciones típicas de la Dama de la Justicia la presentan con una espada en una mano, una balanza en la otra y una venda que le cubre los ojos, reflejando que la justicia debe ser ciega. Sin esa ceguera, los privilegiados prevalecerían sobre los desventajados, controlada por los que ostentan el poder gubernamental, económico o social.
En busca de esa equidad, nuestra Constitución garantiza derechos fundamentales al ciudadano, entre ellos el derecho a la presunción de inocencia a los imputados de delitos, el derecho a ser escuchado y presentar prueba a su favor, y a un juicio imparcial basado en la prueba presentada y no la opinión pública.
No importa el delito del que se acuse a una persona, estos derechos le cobijan y le protegen para garantizar que se haga justicia y solo los verdaderos culpables cumplan con el castigo que merecen.
Los garantes de estos derechos constitucionales fundamentales son los abogados y abogadas del país, soldados del derecho que juran defender la Constitución y su Carta de Derechos.
El rol del profesional del derecho es asegurarse que la justicia siga siendo ciega cuando sus clientes se tienen que someter a los rigores de acusaciones y juicios. Cuando un abogado o abogada comparece a un proceso criminal, más que defender a su cliente, defiende los derechos de todos nosotros, el derecho a que la Dama de la Justicia sea verdaderamente ciega.
Recientemente vimos como un grupo de personas atacó vilmente a dos abogados por defender a alegados “corruptos”, tildándolos de corruptos también e insultándolos por hacer su trabajo. Estas personas al parecer hubiesen preferido que se castigara sin evidencia, que se sentencie a prisión a los imputados sin ofrecerles su día en corte para así defenderse y presentar prueba a su favor. Con sus gritos e insultos buscan que sea la opinión pública la que adjudique la justicia, la que sabemos es manipulada por unos pocos con mala información y peor intención.
Es inconcebible que una persona que aspiró a regir el destino de nuestra Isla pueda en unos instantes inflamar una multitud con imputaciones claramente falsas y malsanas, buscando la atención mediática y mancillando en el proceso a los soldados de la justicia que constantemente libran batallas en la guerra para que la Dama de la Justicia siga siendo ciega e imparcial.
Estos guerreros son la última línea de defensa contra la corrupción de la justicia y el caos que le seguiría.
No podemos tolerar ataques infundados motivados por deseos de protagonismo y que buscan minar la confianza del pueblo en su sistema de justicia imparcial, y mucho menos con el fin de obtener una ventaja política. Este camino solo nos llevará a la dictadura de los poderosos y la justicia se convertirá en una palabra hueca sin valor. Los abogados y abogadas de Puerto Rico no lo permitiremos y sabemos que, al final del día, habremos de prevalecer en mantener la venda en los ojos de la Dama de la Justicia, y el Colegio de Abogados y Abogadas les respaldará y continuará defendiendo los derechos de nuestros ciudadanos.