Es racismo. No lo dicen de frente, pero en última instancia, de eso es de lo que se trata. El tener a un hombre negro dirigiendo a una agencia en Puerto Rico es algo intolerable para muchos. No les gusta, aunque lo disfracen de otra cosa. La polémica real en torno a la no confirmación de Nino Correa como el titular de Negociado para el Manejo de Emergencias Administración de Desastres (NMEAD) tiene el estigma del racismo por donde quiera que se mire.
Un sector – incluyendo los populares – dicen que no tiene la preparación académica porque el puesto exige maestría. Por eso no lo confirmó el Senado. Primero se exigía bachillerato, y Nino estudió. Entonces le cambiaron la ley para exigir el grado de maestría. Él ahora estudia para ese grado, y en La Fortaleza lo respaldan al punto que volvieron a nominarlo. La Secretaria de la Gobernación Noelia García, lo defiende con uñas y dientes, dice que él se agencia el título “por sí solo”, y hay que preguntarse si es en respuesta a quienes osan decir que es un regalo universitario.
Pero entonces está el otro sector que se apega a la ley. Ese es el que dice que, si el puesto exige maestría, hay que cumplir con el requisito, por lo tanto, Nino no puede estar ahí. Por más que la gente lo adore y por más humilde que él sea, no cumple. En ese sentido, muchas voces reclaman que Nino actúa de manera imprudente al mantenerse en un puesto para el cual no tiene las cualificaciones. El presidente del Senado, José Luis Dalmau, se ampara en que incumple la ley.
Experiencia vs. diploma, así de simple quieren centrar la discusión pública. Pero esto es una polémica muchísimo más compleja porque se trata de cómo se usa la figura de una persona tan querida y respetada por todo Puerto Rico, como lo es Nino Correa. Y ahí, la raza juega un papel vital que no se atreven reconocer.
Por donde quiera que se mire, los dos bandos están usando la vida, la carrera y la experiencia de un hombre negro puertorriqueño para su propio beneficio, y ese hombre negro puertorriqueño tiene que decidir si resiste el castigo o se doblega ante el amito blanco. Así de simple, aunque suene horroroso. Es la verdad.
Los que rechazan a Nino Correa en el puesto con el pretexto de la falta de grado académico jamás cuestionan hasta qué nivel académico llegaron muchos de los mismos legisladores, jefes de agencia y políticos que toman decisiones por el pueblo. ¿De qué vale tener esos diplomas si lo que hacen es destruir al pueblo?
Muchos con maestrías y doctorados que usan gabán y corbata son los que han sumido a este país en el estercolero en el que estamos. Por eso fue que la semana pasada en el Congreso le dijeron en la cara a Pedro Pierluisi que no pida más estadidad y dinero sin arreglar el desorden que tiene con todo y su juris doctor. Y por eso también el pueblo tiene que pasar la vergüenza de ver que desde Inglaterra publiquen noticias para el todo el mundo – como la que sacó The Guardian el sábado – alertando del caos ambiental que se avecina por las construcciones ilegales que el gobierno de Pierluisi promueve y permite.
¿Y qué maestría le van a exigir a Nino Correa? ¿La misma que tenía Carlos Acevedo cuando era jefe que era en asuntos públicos, antes de que la exgobernadora Wanda Vázquez lo botara culpándolo por los suministros que hallaron en Ponce? ¿Qué tiene que ver asuntos públicos que era su maestría, con la administración de un desastre? ¿Maestría en qué se exige o es cualquier diploma como el de Acevedo?
Lo que nos debe poner a pensar en el otro lado de la moneda. Al gobierno de Pierluisi le conviene tener a Nino Correa en ese puesto. ¿Por qué? Porque las deficiencias que tiene en la administración de esa agencia las suplen los suyos. O sea, es más fácil de manipular para sus intereses.
El desastre que ha estado Puerto Rico en los últimos anos ha sido por crisis económica y por catástrofes naturales. Ambos los maneja el gobierno, aunque el frente sea el NMEAD, ese embeleco en el que convirtieron a la antigua Defensa Civil. Ahora que vienen millones para la reconstrucción, es obvio que la administración Pierluisi quiere controlar y administrar eso, aunque el frente sea Nino Correa. Es decir, quieren a Nino para usarlo para su beneficio. ¿No es eso una forma de racismo, acaso?
Eso es el “tokenismo”, un fenómeno bastante común en sociedades racistas. Se trata de hacer esfuerzos simbólicos de inclusión de los habitualmente excluidos, para escapar de las acusaciones de discrimen.
Si miran el gobierno de Puerto Rico, histórica y tradicionalmente se pude decir que los que toman las decisiones y están en posiciones de poder pertenecen a ciertos grupos sociales y raciales. O sea, gente de clase social alta, generalmente de tez clara. Esto no significa que no haya excepciones o que todos los lideres políticos vengan de ciertas extracciones sociales o familias ricas.
Pero analicen bien y entenderán por qué gobierno tras gobierno, son pocos o casi ninguno los jefes de agencias que pertenecen a lo que se les llama minorías, sin necesariamente serlo. Me refiero a los negros o personas de la comunidad LGBTTQI+, o como antes sucedía con las exclusiones de mujeres y personas que no eran católicas. Eso ha ido cambiando con el tiempo y por las luchas sociales que reivindican derechos, pero todavía hay mucho camino por recorrer. En Puerto Rico, la raza es uno de esos espacios.
Estos asuntos hay que apalabrarlos para que erradiquen los prejuicios y las tomaduras de pelo. Es hora de que dejen de usar a las minorías para sus propios objetivos. Y sí, hay que hablar del racismo político y social que nos carcome como pueblo porque es una realidad.
No es un complejo, como dicen muchos para insultar y para no entrar a debatir estos temas. No es casualidad que la mayoría de las personas encarceladas, los jóvenes en instituciones juveniles, la gente que vive en barriadas y caseríos, y los que menos acceso tienen a desarrollarse en Puerto Rico, todos sean de tez negra. El racismo es real.
Esta discusión es imperativa porque en el 2023 que está a la vuelta de la esquina se conmemora el 150 aniversario de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Mucho de esto se estará conversando en apenas semanas.
Es urgente que las personas negras en Puerto Rico tengan mayor representación en el sistema de justicia, en el gobierno, en la psicología y en los medios de comunicación, así como en todo tipo de puestos públicos, de poder decir que verdaderamente se combate el prejuicio racial que impera en Puerto Rico.
Figuras como Ramón Emeterio Betances, Segundo Ruiz Belvis, Julio Vizcarrondo Coronado y Francisco Mariano Quiñones, dieron la batalla hasta que las cortes españolas aprobaron la Ley de la Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico en 1873. En ese momento dejaron en libertad a más de 30,000 esclavos que vivían en la Isla, quienes sumaban el 5% de la población del País, según datos de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.
Pero nunca fue una libertad absoluta debido a que, de acuerdo con el artículo número 2 de la ley, los ‘libertos’ quedarían obligados a celebrar contratos con sus actuales poseedores, con otras personas o con el Estado, por un período no menor de tres años. Poco a poco, esas poblaciones se fueron transformando en los pobres y trabajadores porque no todos tenían igual acceso al poder.
Hoy, a 150 años de ese evento, el vestigio de la esclavitud se vive en los prejuicios que enfrentamos los afropuerorriqueños en nuestra cotidianidad. No es exactamente igual a lo que viven los afroamericanos en los Estados Unidos, donde existe un pesimismo general, según un estudio que hizo hace poco el Pew Research Center. Allá la brutalidad, la violencia y los asesinatos policíacos son los temas principales que movilizaron miles con aquellas protestas recientes de Black Lives Matter.
Acá en Puerto Rico esas cosas no se contabilizan, pero ocurren. El racismo aquí se vive en falta de accesos, en la pobreza y marginación, y también en usar a los negros para sacar provecho de quienes de verdad ostentan el poder. Con Nino Correa, eso es lo que se ve. Más allá de experiencia vs. diploma, la dignidad de todo ser humano debe ser inviolable. La nobleza que caracteriza a Nino Correa no debe estar en juego de ningún sector y él no debe permitir que lo utilicen. Eso es lo menos que el pueblo necesita.
Por Sandra D. Rodríguez Cotto