Por Sandra D. Rodríguez Cotto
En Puerto Rico opera una censura grande, bien coordinada, que nos acerca cada día más a las repúblicas totalitarias que a las democracias que los políticos celebran y pregonan. Une a sectores políticos y sus cabilderos, a las gerencias de los medios corporativos y sí, a muchos que dicen llamarse periodistas.
El efecto es intentar silenciar noticias graves, peligrosas y que cambian paradigmas. Y no me refiero a ocultar el dolor y las penurias que están pasando de miles de puertorriqueños que llevan sin luz desde Fiona. Esa realidad la han tenido que cubrir en los medios porque saben que la rabia general está ahí. No se puede tapar, aunque intentan lavarle la cara a Luma, y no se les ocurra hacer un “fact-checking” de las mentiras que dicen Abner Gómez, Wayne Stensby o el mismo gobernador Pierluisi sobre el sistema eléctrico.
Muchos periodistas ni cuestionan, ni hablan y ni hacen preguntas duras de los distintos temas, por temor a que los boten. Prefieren acomodarse a lo fácil y seguirle el juego de publicar el comunicado de prensa que manda el anunciante del gobierno, sin constatar la veracidad, aunque eso implique engañar al pueblo y faltarle a la ética del periodismo. Menciono tres de muchos ejemplos que han ocurrido tan sólo en esta misma semana:
Caso #1: El culpable que no fue culpable
Esta semana la prensa ignoró a propósito la noticia de que en un juicio se determinó por segunda ocasión un “no causa” contra un manifestante que estuvo protestando la construcción ilegal en el edificio Sol y Playa en Rincón. Se trató del chef Dennis Rosario, quien tiene el restaurante Vida Mia en Humacao. Toda la prensa publicó que la policía lo había arrestado y luego que le encontraron causa y fue ingresado a la cárcel por haber amenazado policías en las protestas en Rincón. Pero todo era falso. Una mentira.
Rosario nunca fue arrestado, ni se le encontró causa en el juicio, ni cuando la Fiscalía fue en alzada. Toda la prensa se conformó con publicar sin corroborar el comunicado “oficial” que emitió el Negociado de la Policía, cuando estaba plagado de mentiras.
¿Pero qué fue lo verdaderamente sospechoso? Los policías. Oficiales de la Unidad de Inteligencia acordaron hacer un operativo. Llegaron en varias patrullas más de 11 efectivos, con armas hasta el restaurante en medio del almuerzo, para entregarle una citación a Rosario, y de paso, asustarle a toda su clientela. El restaurante estaba lleno de comensales que vieron el show.
¿Cómo es posible que a nadie, en ningún periódico, medio digital o noticiero de televisión, se les ocurrió preguntar qué hace la Unidad de Inteligencia de la Policía investigando a los que protestan en vez de ir tras los narcotraficantes, abusadores de niños o criminales? Y lo que es peor, no recuerdan un elemento nefasto de la historia.
Este caso devela el papel de la Unidad de Inteligencia de la Policía. Sí, la misma que por más de un siglo persiguió a los llamados “subversivos”, a la que se le acusó de asesinatos políticos como los del Cerro Maravilla e hizo expedientes de vigilancia que terminaron en aquel famoso caso de las carpetas que llevó el legendario representante David Noriega. Aquel caso se transó en el gobierno de Pedro Rosselló González, cuando aceptó que las carpetas eran un “bochornoso episodio en nuestra historia” la “práctica corrupta de fichar ciudadanos por el sólo motivo de sus creencias ideológicas y políticas«.
“Yo quiero que vengan ahora a publicar titulares diciendo que mintieron porque me hicieron daño y yo soy un comerciante”, me dijo Rosario el miércoles en radio cuando le pregunté su sentir. Para contrarrestar, le buscó la vuelta para reírse de ese mal rato que le causó la Uniformada, y decidió atraer clientela con un nuevo menú con platos de mariscos y carnes que ahora llevan sugestivos nombres como “No ha lugar” y “Las playas son del pueblo”.
Caso #2: Privilegios del cuñadísmo
El analista político Néstor Duprey le llama “el cuñadísimo” al cabildero y abogado Andrés “Andy” Guillemard, quien esta semana fue eje de una noticia contundente que los medios ni se atrevieron tocar.
No sé si Guillemard es intocable por su dinero o por ser el “cuñadísimo” o por miedo a que su esposa Caridad Pierlusi diga que les paralicen las pautas publicitarias del gobierno, cosa que no debería suceder, porque hay una Orden Ejecutiva que dice que el dinero de la publicidad oficial se tiene que repartir por igual entre los medios. Claro, a menos que la administración Pierluisi sólo paute en los que cubren noticias positivas de su gestión. Ups, la realidad lo explica todo.
Resulta que el periodista Miguel Díaz Román publicó en la revista Seguros, que es parte del conglomerado de medios de este diario ¡Ey! Boricua, lo que se denomina como una “bomba noticiosa”. Publicó que Guillemard enfrenta una moción de desacato ante el Tribunal Federal por negarse a entregar documentos y comparecer a deponer sobre los negocios en Puerto Rico del ajustador público Scott M. Favre Public Adjuster (SFPA) y por los que se alega el abogado recibió $5 millones por conseguir que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) se convirtiera en cliente de la empresa.
Esta firma de ajustadores de Favre salió mencionada en mayo pasado, cuando trascendió que entre otras cosas, el Comité de Acción Política, mejor conocido como el Super PAC Salvemos a Puerto Rico, recaudaba dinero para hacer campañas de propaganda y descrédito a la entonces candidata a la gobernación, Wanda Vázquez. El “cuñadísimo” era parte de ese Super PAC por el que se declaró culpable y resultó convicto de violar la ley federal el amigo del gobernador, Joseph Fuentes.
Sabiendo esos vínculos, ¿por qué los medios no quisieron tocar la noticia de Favre ni con una vara larga? ¿Tanto poder tiene Guillemard en los medios por sus relaciones de amistad con los empresarios mediáticos que puede dictar que se cubre y qué no? ¿Es Guillemard, su esposa o su cuñado? ¿No era esto lo que se le criticaba a Elías Sánchez y los demás hace unos años? Ese silencio de la prensa es bien elocuente, pero apunta a unos privilegios que no se les dan a otras personas.
Caso #3: Narcotraficante en el gobierno
Esta es otra noticia que tampoco nadie se atreve a tocar, a pesar de ser uno de los sectores más afectados tras el paso del huracán Fiona. Se trata de la agricultura.
El secretario de Agricultura, Ramón González Beiró exigió protección y puertas abiertas en esa agencia para el narcotraficante Jaime Serrano Cardona, según denunció la exdirectora de la Autoridad de Tierras, Dorally Rivera Martínez. Esta noticia fue revelada en mayo por ¡Ey! Boricua y se le ha dado seguimiento en múltiples ocasiones, pero también ha sido ocultada por el resto de los medios.
Fue en la casa del narcotraficante Serrano Cardona en la exclusiva urbanización Dorado Beach East donde hicieron un “fundraiser” para la campaña de Pierluisi, y donde se acordó que González Beiró sería el secretario de la agencia. En abril González Beiró dijo que no anulará incentivos y contratos con empresa de narcotraficante. Luego se supo que promovió el subarrendamiento de fincas para favorecer a un proyecto de energía renovable con placas solares que impulsaba el narcotraficante. Este individuo ha tenido múltiples contratos con el gobierno por cerca de un millón de dólares.
Serrano Cardona se declaró culpable de delitos de narcotráfico y lavado de dinero en el tribunal federal en el 2017. Fue sentenciado por el juez Daniel Domínguez. Entre 2017 y el presente Serrano Cardona se ha dedicado a diversas actividades comerciales como la venta de piezas usadas de autos, venta de autos y la agricultura.
¿Es por miedo a cubrir los vínculos del narcotráfico que los medios no le han dado seguimiento a este escándalo? ¿Por qué el silencio cuando la agricultura es un tema importante para el país, especialmente después de caos que dejo Fiona?
EL MIEDO COLECTIVO
Así como estos tres casos, son muchos otros temas que los medios corporativos no quieren cubrir por miedo. Principalmente es a perder anunciantes, pero también a caerle mal a sus amigos del gobierno. Temen perder empleos y comodidades, se convierten en vehículos de los enchufados del gobierno, y terminan intentado desviar la atención de la verdad. Eso no es hacer periodismo, sino fungir como brazos operativos de un sistema que engaña al pueblo.
Por situaciones como esta es que los medios siguen perdiendo audiencias y credibilidad. Entonces, cuando ven que sus audiencias bajan, se enfocan en chismes o en el reguetón a ver si capturan interés de la gente que se fue a la Internet y a las redes sociales.
Por más de 20 años llevo analizando, investigando, y publicando artículos, ensayos y varios libros sobre este tema –[incluyendo un estudio que está por publicarse]- pero lo que se ve y se vive en octubre del 2022 debe sonar las alarmas de todos. Es grave.
La agenda de censura oficialista es grande, dañina y peligrosa porque une a gente de mucho poder: Me refiero a políticos y cabilderos del Partido Nuevo Progresista, lo que queda de los muchos cantos en los que está dividido el Partido Popular, los patanes de chat (aquellos “brothers” que el pueblo botó en el verano del 2019), los chismólogos y otros entes de propaganda que se dedican a desinformar.
Pero, aunque en Puerto Rico exista una agenda de censura para todo aquel que piensa y no se come el cuento de la propaganda político-partidista, tarde o temprano, la verdad siempre sale.
Hay que sacar a pierluisi. Todo el mundo tiene coraje montado a todas luces y nadie hace nada. Roselló es un nene de parque comparado a estos sin vergüenzas.