San Juan, 30 de septiembre – La pequeña casa de madera de Rosa Echevarría, en el sector de San Isidro en Canóvanas, ya maltratada por las lluvias de Irma, no pudo resistir la furia del huracán María, en septiembre de 2017.
Después de esa catastrófica pérdida vino un milagro: una casa nueva construida en tan sólo 12 horas por voluntarios de la congregación local de testigos de Jehová, a la que pertenece Echevarría. Este es uno de los innumerables actos de amor que ayudaron a las víctimas a sobrevivir esta tragedia histórica e incluso a prosperar.
Echevarría se deleita con la memoria de los incansables voluntarios que comenzaron la construcción a las 8:00 a.m., para entregarle las llaves de su nuevo hogar esa misma noche. “No podía creerlo. Esto trae gloria a nuestro Dios”, recordó Echevarría.
A pesar de lo devastadora que fue su pérdida en ese momento, lo que más recuerda cinco años después, es el milagro de la generosidad amorosa.
Para muchas otras víctimas, sin embargo, el mes de septiembre marca el sombrío quinto aniversario de los dos poderosos huracanes que devastaron a Canóvanas. Los dos golpetazos dejaron una tragedia a su paso. Un equipo de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad George Washington estimó que las muertes relacionadas con la tormenta se acercaron a las 3,000, mientras que el número de casas dañadas o destruidas alcanzó la asombrosa cifra de 786,000.
El trabajo de socorro realizado por los testigos de Jehová en esa histórica temporada de huracanes de 2017 fue una poderosa demostración de amor infalible para con los miles de víctimas.
La experiencia de Echevarría es típica entre los testigos de Jehová, cuyas congregaciones están organizadas en pequeños grupos pastorales para que la seguridad y las necesidades de todos los congregantes se puedan satisfacer antes y después de algún desastre.
En las semanas posteriores a los huracanes, la sucursal de los testigos de Jehová llevó a cabo actividades de socorro que fueron más allá que solo ayudar a los residentes a secar sus hogares. Se establecieron dos centros principales de socorro en Puerto Rico, uno en Caguas y el otro en Guánica, con diez centros operativos más pequeños en toda la isla.
“Ayudar a otros en tiempos de necesidad es una parte importante de nuestra adoración”, comentó Edwin Rodríguez, portavoz local de los testigos de Jehová. “Nuestras congregaciones son como familias espirituales; cuando una persona sufre, todos sufrimos. Por esa razón, no podemos quedarnos de brazos cruzados y no hacer nada cuando enfrentamos desastres naturales de esta magnitud”.
En varios lugares del Caribe, más de 4,000 voluntarios testigos de Jehová procedentes de docenas de países, han ayudado en los esfuerzos de socorro en casos de desastre de 2017 a 2018. En las islas de Puerto Rico, Vieques y Culebra, unas 1,500 estructuras fueron reparadas o reconstruidas por voluntarios.
“Pude ver de primera mano cómo trabajaron para ayudar a muchas familias después del huracán María para que estas tuvieran un techo seguro donde refugiarse”, dijo Niurka E. Rivera, representante de la administración y el desarrollo de proyectos para el Departamento de Vivienda de Puerto Rico. “Me doy cuenta de esto porque mis suegros estaban entre los que recibieron esa ayuda directa. El trabajo de construcción realizado por los Testigos fue de excelente calidad, hasta el punto de haber soportado posteriores inclemencias del tiempo”.