Moscú, 30 de junio (EFE) – El presidente ruso, Vladímir Putin, condenó hoy a una OTAN anclada «en la Guerra Fría» y aseguró que «nada ha cambiado» en lo que respecta a los planes militares rusos en Ucrania después de que el jefe aliado, Jens Stoltenberg, le instara a «poner fin inmediatamente» a la guerra.
«La OTAN es un rudimento de una época ya pasada, de la Guerra Fría. Al respecto, siempre nos decían que había cambiado, que ahora es más una unión política, pero todos buscaban motivos y posibilidades para impulsarla como organización militar», aseguró Putin a la prensa rusa durante su visita a Turkmenistán.
Putin, que respondió así al aluvión de críticas que recibió en la cumbre aliada en Madrid, proclamó que el mundo unipolar que promueve Occidente es un anacronismo y un peligro para el sistema internacional, por lo que el Kremlin apuesta por cooperar con la ONU, el G20 y el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Eso sí, se mostró dispuesto a dialogar con Occidente sobre control de armamento y no proliferación de armas de destrucción masiva, o la estabilidad de los mercados energéticos y de alimentos.
Rusia, el enemigo
«Irán no encajaba muy bien en ese papel. Rusia encaja mejor. Les dimos esa oportunidad, la de unirse todos los aliados para una nueva etapa histórica», señaló.
En referencia a la decisión de calificar a Rusia como la principal amenaza para la seguridad euroatlántica, Putin arremetió contra EE.UU. por su obsesión de buscar siempre a un enemigo exterior.
Recordó que Stoltenberg aseguró en la capital de España que el bloque lleva desde 2014 preparándose para una confrontación con el vecino del norte.
«Que desde 2014 se estaban preparando para algunas acciones contra nosotros no es una novedad. Precisamente eso explica nuestra firme actuación en defensa de nuestros propios intereses», señaló.
Putin aprovechó para cargar contra la «exclusividad» de Occidente y su negativa a aceptar la pérdida de su papel dominante en el mundo.
«Escondidos bajo la fachada de un supuesto orden, basado en reglas y otros conceptos dudosos, intentan controlar y orientar a su gusto los procesos globales, toman rumbo hacia la creación de bloques y coaliciones cerradas, que adoptan decisiones que solo convienen a un país, a Estados Unidos», resumió.
A Rusia le conviene el papel de fortaleza asediada, ya que garantiza el apoyo de una mayoría de rusos a la «operación militar especial», justifica el ingente gasto en armamento hipersónico y nuclear de los últimos años, y responsabiliza exclusivamente a Occidente del deterioro de la economía debido a las sanciones.
Aunque algunos expertos consideran que, en realidad, Rusia le está haciendo el trabajo sucio a China, el gran beneficiado del antagonismo entre rusos y occidentales, y del advenimiento de un nuevo orden mundial.
Ucrania, todo sigue igual
En cuanto al llamamiento aliado a que Putin ordene la retirada de las tropas rusas del territorio de Ucrania, «una nación democrática y soberana», el líder ruso respondió que «nada ha cambiado».
«No tengo nada que añadir. El objetivo final ha sido anunciado, la liberación del Donbás, la defensa de esa gente y la creación de las condiciones que garanticen la seguridad de la propia Rusia. Eso es todo», explicó.
En cuanto a los plazos, Putin consideró «incorrecto» hablar de ello y recordó que todo depende de «la intensidad» de los combates, cuando el Kremlin piensa «antes que nada» en reducir las bajas en las filas del Ejército ruso.
«Yo, por supuesto, soy el comandante supremo, pero de todas formas no terminé la Academia del Estado Mayor General», señaló.
Putin consideró que las potencias occidentales no buscan defender a los ucranianos, sino satisfacer sus propios intereses, «confirmar su papel en el mundo, revalidar no su liderazgo, sino su hegemonía y, literalmente, sus ambiciones imperialistas».
Por ello, si Moscú no hubiera tomado cartas en el asunto ante los planes occidentales de convertir a Ucrania en una «cabeza de playa» en una «Antirrusia», su país hubiera tenido que vivir siempre «con esa espada de Damocles».
Escandinavia, territorio aliado
Putin quitó hierro al futuro ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN, aunque advirtió de que responderá al despliegue de armamento en sus territorios con la misma moneda.
«Con Suecia y Finlandia no tenemos los problemas que, lamentablemente, sí tenemos con Ucrania. No tenemos contenciosos ni problemas territoriales, no hay nada que nos pueda preocupar respecto a la membresía de Finlandia y Suecia en la OTAN. Si eso es lo que quieren, pues adelante», afirmó.
Sin embargo, matizó que «ellos tienen que comprender con claridad que antes no enfrentaban ninguna amenaza, pero ahora, en caso de que emplacen contingentes e infraestructura militar allí, nosotros nos veremos obligados a responder simétricamente y generar las mismas amenazas que provengan desde esos territorios».
«Se trata de cosas evidentes. ¿Es que acaso no lo comprenden? Todo estaba bien entre nosotros, pero ahora habrá determinadas tensiones. Es evidente (…) Repito, si generan amenazas», añadió.
Desde 1997, la Alianza aceptó en su seno a Polonia, República Checa y Hungría (1999), y a Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y las tres repúblicas bálticas (2004).
Nuevo telón de acero
Al respecto, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusó a la OTAN de violar el Acta de 1997 que rige sus relaciones con Rusia, que prohíbe expresamente el despliegue de armamento de manera permanente en territorio de los nuevos miembros de la Alianza Atlántica.
«El Acta Fundacional sigue existiendo. Nosotros no hemos iniciado la ruptura de este acuerdo», subrayó Lavrov sobre los planes aliados de reforzar sus contingentes en el flanco oriental de la OTAN.
Además, reconoció que desde que, debido a la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea (2014), la Unión Europea suspendiera todos los mecanismos de diálogo con Moscú, las relaciones con Bruselas «no existen».
«En lo que se refiere al Telón de Acero, estoy de acuerdo con Vladímir (Makéi, el ministro de Exteriores bielorruso). Ya está bajando», señaló.