Por Irene Escudero
Bogotá (EFE) – Décadas de gobiernos conservadores, de guerrilla y paramilitarismo y un acuerdo de paz han tenido que pasar para que en Colombia gane unas elecciones presidenciales un candidato de izquierdas que lleva, integrado en su formación, a víctimas de ese conflicto y representa a las mayorías empobrecidas del país.
Así lo han visto en el Movistar Arena, el coliseo de Bogotá que el ganador de las elecciones, Gustavo Petro, eligió para celebrar su victoria de este domingo.
El aspirante izquierdista ganó el balotaje con 11,278,437 votos, el 50.46 % del total, frente a los 10,569,258 (el 47.29%) de su rival, el populista Rodolfo Hernández, con el 99.91% de las mesas informadas en el preconteo de la Registraduría.
Con el espacio muy vacío, a pesar de las cientos de personas que esperaban afuera y que no podían entrar por la fuerte seguridad que rodea al candidato, los seguidores de Petro han recibido con ilusión y fervor los resultados.
El silencio, no obstante, era notorio con los primeros resultados que daban como ganador a Hernández, su rival que se vio impulsado por un discurso populista contra la corrupción que ha sabido captar a los descontentos colombianos que no se sentían atraídos con el cambio que proponía Petro.
A medida que iban llegando nuevos boletines de resultados del preconteo de la Registraduría la emoción crecía, con gritos de entusiasmo, hasta que con el 80% de las mesas informadas, los presentadores del evento daban ganador a Petro cuando adelantaba en casi cuatro puntos a Hernández, y el coliseo estallaba en confeti.
UNA VICTORIA DE LAS MUJERES Y «LOS NADIES»
«Es un avance increíble porque durante años nos ha gobernado la ultraderecha con políticas que han empobrecido a toda la población, que ha dejado en el olvido a las mayorías», aseguraba a Efe Lizeth Moreno, una seguidora y votante del izquierdista.
Como para tantas feministas y jóvenes es «un victoria hermosa que celebramos las mujeres que hacen parte del territorio nacional», ya que «las mujeres también hemos parido este cambio», aseguraba apropiándose de las palabras de la vicepresidenta electa, Francia Márquez.
Márquez, una abogada y activista afrocolombiana, es una de las claves de la victoria de la izquierda y ha cautivado a las masas con un discurso de cambio, prometiendo hacer que «la dignidad se haga costumbre» en Colombia y el «vivir sabroso», ejemplificando a tantas víctimas del conflicto que por fin tendrán una voz en el Gobierno.
De hecho, el departamento de donde procede Márquez, el Cauca, uno de los más golpeados por el conflicto, su candidatura, la del Pacto Histórico, ha ganado con el 79,02 % de los votos, así como lo ha hecho en todo el Pacífico, que es la región afro del país y la más pobre.
EL ANHELO HISTÓRICO
El de Petro era un sueño de años. La primera vez que intentó aspirar a la Presidencia fue en 2010, y desde entonces su objetivo ha sido la Casa Nariño, a donde llegará por fin el 7 de agosto, cuando suceda a Iván Duque.
El activista Levy Rincón ahora ve, con lágrimas, el sueño de Petro cumplido, un anhelo que él también compartía, ya que lleva apoyándole desde que fue alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015.
Él confiaba en que «su proyecto podría representar a gran parte de los colombianos que hemos sido olvidados por el Estado y por las aristocracias y las oligarquías de acá», dice a Efe.
Así que esta votación va a suponer «la entrada verdadera de la democracia», aunque el sueño del presidente electo, que fue guerrillero del desmovilizado Movimiento 19 de Abril (M-19) en la década de los 80, llega diluido en una confluencia de fuerzas de muchos tipos.
De hecho, este mismo jueves Petro insistió en que su proyecto político no era de izquierdas, sino que era un espacio donde confluían distintas fuerzas, pero también de centro e incluso conservadoras.
Ha prometido comenzar desde mañana mismo un «gran acuerdo nacional» en el que esté toda la sociedad, incluida esa que tanto odio le tiene y que integra el llamado «antipetrismo», a quienes desde ya tendrá que empezar a conquistar también para no hurgar en las divisiones profundas que existen en Colombia.