Colón, 16 de diciembre de 2021 (EFE) – Rodeados de la densa selva húmeda y frente al azulado Caribe panameño, un grupo de científicos impulsa sin descanso PanaSea, el único proyecto sostenible de pepinos de mar tropicales en Latinoamérica.
La idea nació hace 10 años en Nicaragua, cuando el actual presidente de PanaSea, Daniel Grossman, pescaba, procesaba y exportaba pepinos de mar con los marineros locales. Allí, descubrió que la actividad no era amigable con el ecosistema y tras el estallido social de 2018, mudó el proyecto a Panamá empezando de cero.
«Vi que esta actividad no era sostenible porque estábamos pescando los últimos pepinos de mar. Hay un problema grande y necesitamos repoblar estos animales», dice a Efe Grossman.
La empresa rescató una estructura descuidada en Puerto Lindo, Colón, y la transformó en un criadero de pepinos de mar. Ahora, gracias a los $150,000 de fondos otorgados por el Bid Lab, cuenta con un laboratorio para observar el desarrollo de estos animales vermiformes y producir su alimento.
Parte del proceso de crecimiento se realiza en el mar dentro de unos ranchos marinos, que a su vez ayudan a repoblar la zona, arrasada hace años por el mercado asiático.
A raíz de la sobrepesca, y la consecuente casi extinción del pepino de mar, Panamá —al igual que los otros países de América Latina y el Caribe— impuso en 2003 una veda permanente que prohíbe su extracción, posesión y comercialización.
«Empezamos hace 18 meses, cuando el pepino de mar estaba protegido. Se sobrepescó y era muy fácil. La gente local sacaba hasta 300 libras cada persona por día. Ahora lo que queremos es devolverlo al medio», explica el gerente general y responsable del área de investigación, Daniel Velarde.
Por ello, Grossman trabajó con las autoridades panameñas para lanzar un decreto ejecutivo y logró ser la única empresa con permiso de investigación y desarrollo en el país.
«La veda de pesca aún está y no se puede exportar pepino de mar en Panamá. Nosotros somos los únicos que tenemos un permiso de investigación y acuicultura», añade Velarde, rodeado de microscopios y pizarras con apuntes.
TRIPLE IMPACTO: ECONÓMICO, SOSTENIBLE Y COMUNITARIO
«Si lo hiciéramos todo en los tanques sería muy beneficioso a nivel comercial pero no veríamos un repoblamiento natural en las zonas», cuenta directora ejecutiva de Itaca Solutions y responsable de sostenibilidad de PanaSea, Laura Canevari.
El proyecto tiene un «triple impacto, con el que se busca tener una incidencia positiva en el ambiente, económica y social sobre el área», explica Canevari.
El principal fin comercial de PanaSea es exportar a China el pepino de mar, considerado en la gastronomía asiática un manjar con un alto precio en el mercado.
«Estamos listos para iniciar de una manera comercial. Vamos a vender en China en seco, pero también queremos desarrollar otros productos como en pastillas, porque el pepino de mar tiene mucho colágeno», apunta Grossman.
Además de repoblar el área, la empresa trabaja conjuntamente con la población de Puerto Lindo, generando un producto local, y en un futuro esperan capacitar a un equipo para recolectar el pepino de mar, ya que debido a su similitud con una piedra es complicado detectarlo en el fondo marino.
«Creemos que puede ayudar en la cohesión de la comunidad generando una identidad mediante un producto que se genera a nivel local y a través de un mejor entendimiento en el sistema, pues hace falta mucha educación ambiental», agrega Canevari.
APUESTA A LA INVESTIGACIÓN
El grupo de cuatro jóvenes científicos está compuesto por estudiantes y licenciados panameños en biología marina, quienes trabajan como voluntarios.
«Le apostamos a la investigación, desarrollo y juventud, porque es una mente fresca que analiza qué come y cómo crece. Nos estamos basando en su observación», señala Velarde.
Los biólogos cuentan con diferentes tipos de salas, entre ellas una específica para producir el alimento (dos tipos de algas), donde observan el desarrollo del pepino de mar y lo crían.
«Estas microalgas son como una leche para los bebés (…) Hay diferentes especies de algas pero no todas tienen la misma propiedades nutricionales», explica el asesor y encargado de desarrollo de algas, Álvaro Polo, en medio de tanques de agua con dicho organismo.
Tras arduos meses de trabajo, con la semi paralización provocada por la pandemia, actualmente tienen unos 200 pepinos de mar de un gramo, y una tasa de sobrevivencia del 7 %.
«Gracias a la investigación científica tenemos sobrevivencias más altas y hemos llegado a sacar dos mil bichitos de las peceras. Ya sabemos que se puede, ahora ajustaremos para empezar a producir en número», detalla Velarde.