Isla Santa Cruz (Ecuador), 22 nov (EFE) – Galápagos, donde más del 90% de su población depende del turismo, experimenta signos de recuperación con una apuesta decidida por la conservación, avalada por la reciente iniciativa anunciada en la COP26 de extender su reserva marina.
«Ampliar la reserva de 138,000 a 200,000 kilómetros cuadrados es uno de nuestros compromisos con la naturaleza», manifestó el jueves en un foro de inversión el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, al referirse al proyecto presentado en la cumbre de Glasgow, que definió como «el mayor canje de deuda por conservación hecho en el mundo».
Pendiente de que se concrete, el archipiélago declarado en 1978 el Primer Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco, regresaba así al foco internacional y lo hacía con la garantía ambiental que representa la conservación de sus especies emblemáticas, convertidas en señuelos turísticos.
GALÁPAGOS VACUNADA
Con más del 92% de la población inmunizada contra la covid-19, Galápagos trata de dejar atrás los duros meses de pandemia en 2020, cuando su principal actividad quedó paralizada y muchos de sus habitantes regresaron al trueque para subsistir.
«Galápagos se trata sobre todo de naturaleza. Todo está enfocado a la conservación porque las islas son un ‘hot spot’ de especies que no encuentras en ninguna otra parte del mundo», aseguró a Efe Ana Moya, ejecutiva del Finch Bay, un resort que tiene en la conservación uno de sus principales reclamos.
La gerente reconoce que la supervivencia del sector, acostumbrado a recibir miles de turistas extranjeros, tuvo que mirar desde 2020 al visitante nacional que, gracias a promociones, mantuvo a flote la actividad.
Y es que si en 2018 las islas ecuatorianas alcanzaron el récord de 276,000 visitantes, y en 2019 fueron 211,874, el coronavirus descalabró las cifras hasta los 72,000, según datos oficiales.
Ahora parece remontar de nuevo y, hasta octubre de este año, habían visitado el archipiélago 83,190 personas, de las que 64.2% eran nacionales y 35.8% internacionales, reflejo de una tendencia que comienza a equilibrarse en los últimos meses.
«Poco a poco el mercado extranjero está regresando al país», acota Moya quien confía en que el anuncio de la nueva reserva sirva como catalizador de ese turista que valora la naturaleza y busca una experiencia distinta al sol y playa.
NATURALEZA EN ESTADO PURO
Con una diversidad biológica sin parangón y paisajes inhóspitos que en algunas islas se tornan marcianos, en este archipiélago volcánico se puede palpar cómo la evolución siguió sus derroteros.
El naturalista Pablo Ribadeneira pone de relieve los diferentes tipos de hábitats en la isla Santa Cruz en función de la altitud: «En la zona costera tenemos predominancia de bosques de cactus de color gris; pasados los 300 metros el área de transición húmeda con vegetación densa de hasta 15 metros, área de alimentación de las tortugas».
Situado a unos mil kilómetros del continente, y cruzado por la línea ecuatorial, el archipiélago lo conforman trece islas grandes, nueve medianas y un centenar de islotes, y alberga más de 7,000 especies endémicas y nativas, entre ellas, los emblemáticos galápagos que les dan nombre.
«Desde el turismo mostramos lo que hace famosas a las islas: su endemismo», explicó José Hurtado, un guía del Parque Nacional que pone como ejemplo a la iguana marina autóctona, que puede llegar a sumergirse más de 15 metros y permanecer 20 minutos bajo el agua.
Aunque pudiera parecer contradictorio, para este instructor existe una perfecta simbiosis entre turismo y conservación en las islas, tan dependientes de las visitas humanas como de las animales porque «las especies no saben de fronteras».
La reserva marina proyectada se sumará a los 133,000 kilómetros cuadrados de aguas ya bajo protección que hacen de ella la segunda del planeta, y que está habitada por un 95% de especies únicas según los registros. En total, tendrá 193,000 kilómetros.
TURISMO SOSTENIBLE
En la cumbre del clima también se rubricó un acuerdo multilateral para expandir la protección medioambiental sobre algunas de las regiones consideradas «más ricas en biodiversidad del mundo», que además de Galápagos, incluyen la isla del Coco en Costa Rica, Malpelo en Colombia y Coiba en Panamá.
«Sabemos bien que esa extensión es uno de los centros de reproducción de tiburones», recordó Hurtado antes de mencionar la amenaza de flotas pesqueras internacionales que aguardan en aguas limítrofes con la actual reserva para capturar especies que transitan por el llamado Corredor Marino del Pacífico Este Tropical.
Galápagos dejará de estar así en el centro de enconados debates ambientales sobre su perímetro marítimo, para enfocarse en una recuperación con marchamo de sostenibilidad.
Esto se ve en iniciativas que buscan compensar la huella de carbono en algunos hoteles, o en pleno vuelo, como la desarrollada por la aerolínea Latam, que también separa los residuos en cabina, más allá de la requerida desinfección del equipaje para destruir agentes biológicos invasores.
«Lo que queremos es que venga gente que quiera convertirse en explorador, entender cómo funciona todo nuestro ecosistema, conocer la teoría de Darwin y los animales, porque sin animales no tenemos nada», concluyó Moya.