Dublín, 7 de septiembre de 2021 (EFE) – Irlanda prohibirá a partir del próximo año la venta de los combustibles sólidos domésticos más contaminantes, como el carbón o cierta leña, aún muy populares en las zonas rurales de este país, pero cuyo humo es responsable de miles de muertes prematuras cada año.
El Gobierno de Dublín, de coalición entre centristas, democristianos y verdes, anunció este martes que la nueva regulación entrará en vigor a partir de septiembre de 2022, con tiempo suficiente para que el sector adopte alternativas menos dañinas para la salud y el medioambiente.
El ministro irlandés de Medioambiente, el ecologista Eamon Ryan, también pidió hoy a la ciudadanía que se adapte a los cambios y explore nuevas vías para decidir qué combustibles sólidos domésticos son los más adecuados.
De acuerdo con la normativa, todas las variedades de carbón y productos derivados, así como combustibles sólidos procesados -como las briquetas de turba-, deberán emitir menos de diez gramos de humo por cada hora de combustión.
A partir de 2025, esa medida deberá caer hasta los cinco gramos de humo por cada hora de combustión, precisó Ryan, quien explicó que el contenido de sulfuro también se reducirá a la mitad gradualmente.
La leña comercial, prosiguió el ministro, deberá tener una humedad del 25 % o menos a partir del próximo año y bajará hasta el 20 % hasta 2025, mientras que la venta de «madera húmeda» vendrá acompañada de instrucciones de secado para el comprador.
La Agencia irlandesa de Protección Medioambiental (EPA) había advertido de que la principal fuente de «contaminación peligrosa» en este país es el humo del combustible sólido doméstico, pues sus pequeñas partículas pueden entrar en la corriente sanguínea a través de los pulmones.
A corto plazo, señala la EPA, esta contaminación puede producir jaquecas, problemas respiratorios o irritación ocular, mientras que a largo plazo puede causar asma, disfunciones hepáticas, ictus, enfermedades cardiacas y aumenta, asimismo, el riego asociado al cáncer de pulmón.
Según la Agencia Europea de Medioambiente, más de 1,300 muertes prematuras registradas en Irlanda en 2017 estuvieron relacionadas con la contaminación de combustibles sólidos.