San Francisco (18 de junio de 2021) EFE – Una ola de calor con temperaturas que en algunas ciudades incluso llegan a superar los 46 grados centígrados azota estos días el suroeste de Estados Unidos, que en paralelo vive una situación de sequía crítica y se prepara para la que podría ser otra temporada de grandes incendios.
En total, unos cuarenta millones de personas se encuentran bajo «alerta por calor excesivo» según el Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos, en los estados de Arizona, Nevada, California, Utah y Colorado.
El desierto del Valle de la Muerte, en California, donde se encuentra el punto más bajo de Norteamérica, ha llegado a registrar en los últimos días temperaturas superiores a los 50 grados, que permitieron a algunos curiosos freír huevos sobre el asfalto, tal y como compartieron en videos en las redes sociales.
De hecho, según el Monitor de Sequía de EE.UU., las condiciones actuales son las más extremas de las últimas dos décadas y la previsión es que las temperaturas se mantengan por encima de lo normal en estas fechas hasta la próxima semana en gran parte del territorio californiano.
Ante esta situación, las autoridades recomiendan beber mucho líquido, evitar la exposición al sol, permanecer en interiores con aire acondicionado siempre que sea posible, estar en contacto con familiares y vecinos y bajo ninguna circunstancia dejar a niños pequeños o mascotas sin vigilancia dentro de vehículos.
EL ALIVIO EN LAS PLAYAS
A pesar de las recomendaciones, muchas personas a lo largo de la costa californiana -donde las temperaturas son algo más suaves que en el interior- aprovecharon este jueves para acercarse a la playa a refrescarse con el agua y la brisa del océano.
Para el director del Instituto de Recursos Hídricos de California, Doug Parker, la sequía actual «es más calurosa que las anteriores» y, al haber menos capa de nieve disponible en las montañas del estado, supone «menos capacidad de reposición de los embalses durante el deshielo de verano».
Así, la ola de calor actual llega tras un invierno particularmente seco en el suroeste estadounidense y muy especialmente en California -el estado más grande y poblado de la región-, con la nieve de las montañas ya prácticamente derretida desde mediados de mayo y algunos de sus mayores embalses en mínimos históricos.
En la Sierra Nevada, la cordillera que separa California de la vecina Nevada, la precipitación de nieve fue particularmente baja el pasado invierno, y hacia el 1 de abril (la fecha en la que normalmente la nieve acumulada alcanza mayor grosor) se situó en únicamente 42 centímetros, lo que supone un 59 % del valor histórico promedio en esa fecha.
«La sequía actual se ha producido rápidamente y muchos de nuestros ecosistemas y nuestros sistemas de aguas subterráneas aún no se han recuperado de la anterior», analiza Parker, que forma parte de la Universidad de California de Agricultura y Recursos Naturales, en una entrevista con Efe.
Según sus proyecciones, California será capaz de manejar la sequía de este 2021 «sin demasiadas interrupciones», pero si persiste hasta el próximo año, el estado necesitará «reducciones obligatorias del uso de agua en todo su territorio».
NIVELES DE LLUVIA BAJOS
Igual que la nieve, las precipitaciones de lluvia a lo largo del invierno -la temporada húmeda en el estado- también han estado muy por debajo de lo habitual, con localidades como Los Ángeles, Long Beach, San Francisco y San José registrando niveles de lluvia que no llegan ni al 45 % de lo normal.
Las condiciones de extrema sequedad y las altas temperaturas resultan un mal augurio de cara a la temporada de incendios, que justo empieza ahora con la llegada del verano y que el año pasado ya fue catastrófica, con cinco de los seis mayores fuegos jamás registrados en la historia de California.
Sobre este posible escenario, el investigador Richard Seager, del Observatorio de la Tierra Lamont Doherty de la Universidad de Columbia, dijo que existe «temor» de que este año vuelva a repetirse una temporada igual de nefasta.
«El calor extremo, la poca lluvia y los suelos y la vegetación secos aumentan el riesgo de incendios: nuestro temor es que este año también pueda ocurrir otra temporada de incendios extremos como en 2020», auguró Seager.