Bruselas, 10 dic (EFE) – La Comisión Europea (CE) propuso este jueves la creación de un «pasaporte ecológico» para reducir la huella de carbono de las baterías eléctricas, una iniciativa que Bruselas espera que modernice y revolucione ese incipiente sector europeo, que intenta recortarle distancia al liderazgo de China.
Las medidas planteadas por el Ejecutivo comunitario, que abordan «las cuestiones sociales, económicas y medioambientales ligadas a todos los tipos de baterías», se sustentan en dos pilares.
El primero pasa por «alargar» la vida útil de las baterías y reciclarlas de una forma «mucho más eficiente», según dijo en rueda de prensa el comisario europeo de Mediombiente, Virginijus Sinkevicius, quien ha subrayado que gracias al «pasaporte» se podrá saber el origen de la batería, qué vida útil ha tenido, cuál es su huella de carbono y cuántos de sus elementos son reciclados.
El segundo pilar se apoya en la apuesta de la Comisión por la «circularidad», de forma que las nuevas baterías sostenibles deberían estar hechas a partir de una «fuente responsable» o de otros productos reciclados, haberse fabricado usando energía limpia, contener una cantidad mínima de sustancias tóxicas y estar diseñadas para tener una vida larga, al final de la cual serán recicladas o reutilizadas.
Así, según la propuesta de Reglamento, las baterías «tendrán que declarar que contienen elementos reciclados de componentes que contengan sustancias como cobalto, litio o níquel, entre otras», ha insistido el comisario de Medio ambiente, a fin de no solo «buscar la eficiencia en el reciclado», sino también «ser efectivos a la hora de extraer los materiales reutilizables que contienen las baterías».
La Comisión propone que la puesta en marcha del «pasaporte ecológico» sea progresiva a partir de 2024, de forma que en torno a 2026 incluya una inscripción que clasifique las baterías en una escala de más sostenible a menos y que para el final de la década tengan un umbral máximo de carbono.
Por otro lado, la Comisión ha querido remarcar que, a pesar de la importancia para este sector, esta normativa no solo concierne a los automóviles, sino que también se refiere a baterías de todo tipo como las de cualquier aparato electrónico que los ciudadanos utilizan en su vida diaria, tales como ordenadores, televisores o aparatos de cocina.
Aunque la propuesta tiene una clara dimensión ecológica, pretende también contribuir a impulsar la Alianza de Baterías que lanzó la Comisión Europea en 2017 y en la que participan ya doce Estados miembros, entre ellos España, con el objetivo de que la UE gane independencia estratégica y cuota de mercado en un sector en plena expansión y dominado por China.
«Para 2025 estaremos fabricando suficientes baterías para alimentar a seis millones de coches eléctricos», ha declarado en rueda de prensa el vicepresidente de la Comisión, Maros Sefkovic, quien ha asegurado que el uso de baterías incrementará en un 14 % para 2030 y que Europa «tendrá los recursos para responder al 17 % de la demanda global».