San José, 24 sep (EFE) – Costa Rica ha sumado durante la última década más de 11,000 kilómetros cuadrados a su mapa de conservación marina, con lo que avanza en saldar una deuda histórica con su biodiversidad oceánica.
El país creó durante esa época cuatro áreas marinas de manejo: Montes Submarinos, Cabo Blanco, Bahía Santa Elena y Barra del Colorado, con las que alcanzó un total de 2.7% del territorio marino bajo alguna categoría de protección.
Esa cifra se encuentra lejos de compromiso internacional, que era de un 10%, pero es un paso importante para el país para saldar una deuda histórica que tiene con la conservación marina.
«Costa Rica es un país que es 10 veces más grande en su territorio marino que terrestre, verdaderamente somos más comparables a una isla que muchos otros países. Y todos los esfuerzos de conservación han estado dirigidos a la tierra (…) Por eso ahora el país está preparando su zona económica exclusiva, para entender hacia dónde debe dirigir sus esfuerzos», afirmó la directora ejecutiva de la Asociación Costa Rica por Siempre, Zdenka Piskulich.
La asociación, dedicada a la promoción de la conservación de los ecosistemas marinos y terrestres a perpetuidad, mediante la gestión de alianzas con gobierno, sector privado, sociedad civil, ha sido uno de los entes encargados en dar un acompañamiento al país para cumplir las metas nacionales de conservación.
El océano en general actúa como un regulador del clima del planeta, y estos 11,000 kilómetros más de áreas protegidas marinas además de protección a la biodiversidad de aves migratorias, cetáceos, tortugas, peces y corales, fomentan un desarrollo sostenible de las comunidades.
«Estas áreas protegidas son fundamentales porque se vuelven refugios climáticos, no solo para la biodiversidad, sino que en la medida en que el ecosistema está sano tiene capacidad de resiliencia y adaptación al cambo climático y eso desborda hacia un beneficio a las comunidades, a la parte económica y el bienestar social, se trata de todo un encadenamiento», explicó a Efe la bióloga Mónica Gamboa.
Cada una de esas áreas tiene características especiales y únicas, que reflejan su gran valor ecosistémico y fueron elegidas tras un riguroso proceso que involucró estudios técnicos, inversión, consulta con las comunidades y gestión de acompañamiento, para que sea en un área protegida sostenible en el tiempo.
DEUDA HISTÓRICA
Costa Rica ha tenido una deuda histórica con la protección marina. A pesar de su riqueza de ambientes marinos, el país presenta un rezago en la conservación y manejo de la biodiversidad marina y costera, sobre todo si se compara con su esfuerzo realizado hacia la parte terrestre.
Así lo destacó el informe Grúas II sobre un análisis de vacíos de conservación, en el cual se destacan las principales amenazas como lo es la contaminación, el desarrollo no planificado de infraestructura costera, la navegación no regulada y la extracción ilegal no reportada o no regulada de recursos marinos.
Costa Rica cuenta solamente con 51,100 kilómetros cuadrados de territorio terrestre- un 0.03% de la superficie mundial- y alberga alrededor de 90,000 especies un aproximado del 5% de la biodiversidad global. En su área terrestre e insular protege un total de 13,030.55 kilómetros cuadrados, para un 25.5%, su meta es llegar al 30%.
Esta riqueza de especies se ve reforzada por su diversidad marina y costera. El país posee 568,054 kilómetros cuadrados de superficie marina total (un 92% es mar) en la que se han identificado 6,700 especies marinas-un 3.5% de las especies marinas reportadas a nivel global- de las cuales 90 son endémicas.
De las áreas marinas, se protegen el 15,501.92 kilómetros cuadrados, un 2.7%, lejos del 10% que era el compromiso internacional al 2020. Sin embargo, ahora las metas del país son más ambiciosas y busca conformar un bloque internacional para lograr que un 30% de los territorios terrestres y marítimos del planeta estén protegidos para el año 2030, como una solución basada en la naturaleza para luchar contra la crisis climática.
CARACTERÍSTICAS DE LAS ÁREAS MARINAS
El área marina de manejo Montes Submarinos, es una cordillera oceánica ubicada al lado de la isla del Coco que tiene conectividad con Islas Galápagos.
Cuenta con especies altamente migratorias con un gran valor ecológico como los tiburones, mantas y cetáceos. Además, de especies de interés comercial para la pesca industrial como atún, dorado, pez vela, entre otros. Por su parte, el área marina Cabo Blanco, en la península de Nicoya, es caracterizada por sus arrecifes coralinos y rocosos, agrupa mucha vida marina ya que la plataforma continental cae rápidamente y hay aguas profundas muy cerca de la costa, lo que permite la observación de ballenas, delfines y orcas.
También tiene bajo su protección playas de anidación de tortugas marinas. La Bahía Santa Elena, en el Pacífico norte, igualmente tiene arrecifes coralinos, con especies como el coral negro-difícil de observar-, y agrega un valor histórico por sus formaciones rocosas que son las más viejas del país.
En el caso de Barra del Colorado, en el Caribe norte, es identificado por sus lagunas costeras y canales, muy particulares de la zona. Se protege por una alta concentración de aves migratorias, la anidación de tortugas marinas, algunos mamíferos como los cachalotes y el manatí, así como el sábalo, una especia cotizada en pesca deportiva.
«Todas las áreas vienen acompañadas de un proceso de capacitación local, planes de negocio y de gestión, aprovechamiento de recursos pesqueros y esa combinación, de la mano de las comunidades son las recetas de éxito que ahora puede ser emuladas por otros países. Puede que no hayamos llegado al 30 % de conservación pero lo que vamos protegiendo lo vamos haciendo bien y eso es lo que verdaderamente nosotros como país podemos exportar al mundo», destacó Piskulich.
Algunas de las comunidades costeras estaban tradicionalmente enfocadas en pesquerías, que hoy están sobreexplotadas. Por esto, las autoridades buscaron impulsar un sistema de gobernanza, que incluye creación de posadas familiares, acceso a internet, ecoturismo, apoyo a tour operadores marinos, así como aplicar la pesca con actividades menos invasoras que permitan al ecosistema recuperarse.