La falsa seguridad de ser “ciudadano estadounidense”
Durante décadas, los puertorriqueños hemos creído que la ciudadanía estadounidense, impuesta unilateralmente por el Congreso en 1917, nos protege.
Muchos piensan que contar con un pasaporte azul o un certificado de nacimiento de Puerto Rico es suficiente para estar seguros ante las agencias federales que persiguen a inmigrantes indocumentados. No obstante, los casos recientes de ciudadanos hispanos detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) evidencian una realidad peligrosa: el color de la piel, el acento o un apellido hispano son suficientes para ser considerados sospechosos.
El caso divulgado por The New Republic, en el que una ciudadana estadounidense fue detenida y esposada por agentes de ICE por supuestamente “no parecer americana”, ejemplifica un patrón de racismo institucional y abuso de autoridad que ya no se restringe a la frontera. Este fenómeno también ocurre en Chicago, Los Ángeles y Florida, y, si no se denuncia, pronto llegará a Puerto Rico.
Ciudadanos detenidos por “parecer latinos”
Cada vez se reportan más casos: ciudadanos estadounidenses nacidos en Puerto Rico o en otros estados, detenidos por hablar español, por tener un apellido latino o, simplemente, por “no parecer americanos”, es decir, por no parecer blancos angloamericanos. Algunos han pasado días, semanas o incluso meses en centros de detención de ICE antes de corroborar su ciudadanía. Estas detenciones ilegales no son errores aislados, sino el reflejo de un sistema que ha normalizado el perfilamiento racial y la criminalización de la identidad hispana.
Recientemente, el Tribunal Supremo de EE.UU. permitió que agentes federales actúen con menos restricciones contra individuos ‘sospechosos’ por su origen étnico. Esta decisión podría facilitar un aumento de los arrestos arbitrarios y de los abusos de poder. A pesar de ser ciudadanos, los puertorriqueños no están exentos en este contexto. En ciudades con grandes comunidades boricuas como Orlando, Nueva York y Filadelfia, ya se han reportado casos de acoso por parte de ICE y de otras agencias federales.
Según el gobierno estadounidense, ICE tiene una cuota diaria de 3,000 arrestos y, para cumplirla, indudablemente arrestará a puertorriqueños y a otros ciudadanos estadounidenses hispanos. Para el agente de ICE, lo importante es el arresto de cualquier hispano o de quien parezca un inmigrante, aunque sea ciudadano, porque ese arresto cumple con la cuota diaria de la agencia. Si meses después se confirma que el arrestado es un ciudadano y se libera (luego de sufrir y sobrevivir a las condiciones infrahumanas y peligrosas de tales centros), eso no cambia los números ni penaliza a la agencia. Lo importante es la cuota y, para ICE, usted, boricua, sería simplemente un número, un latino más.
La hipocresía del PNP y la realidad colonial
El Partido Nuevo Progresista (PNP) sigue insistiendo en que “los puertorriqueños no tienen nada que temer” porque son ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, la realidad muestra que esa ciudadanía estadounidense que tanto aprecian y glorifican no garantiza la igualdad de derechos ni una protección efectiva frente a las agencias federales.
El estatus colonial de Puerto Rico deja al país en una posición de vulnerabilidad legal. Si el gobierno federal opta por aplicar políticas más estrictas de control migratorio o de verificación de identidad, los puertorriqueños se verán afectados sin posibilidad de resistir.
El PNP, en lugar de proteger al pueblo puertorriqueño, actúa como cómplice al seguir promoviendo la dependencia y la sumisión a un sistema colonial que no nos reconoce como iguales. La defensa de la “estadidad” es solo una cortina de humo que oculta no solo el fracaso de la gobernanza y la corrupción del PNP, sino también la pérdida de soberanía y la renuncia a nuestra dignidad nacional.
El nuevo frente: el idioma como arma de exclusión
A esto se suma una nueva amenaza: la implementación de requisitos de dominio del inglés en sectores laborales clave, como el transporte de carga. El gobierno federal de EE. UU. ha empezado a fortalecer las reglas que exigen que los camioneros hablen inglés con fluidez para conducir vehículos comerciales interestatales.
Esta medida impactará a miles de camioneros en Puerto Rico que no usan inglés a diario. Muchos podrían perder sus licencias o ser sancionados, a pesar de que el español es el idioma oficial y común en Puerto Rico.
La imposición del inglés como obstáculo laboral constituye una forma moderna de discriminación lingüística que continúa marginando a los hispanohablantes. En el contexto colonial de Puerto Rico, esto se traduce en otra forma de dominación cultural: nos consideran ciudadanos para pagar impuestos y participar en guerras, pero no para hablar nuestra lengua ni ejercer nuestros derechos en igualdad de condiciones.
El colonialismo moderno: vigilancia, miedo y silencio
El incremento de las acciones de ICE contra hispanos y ciudadanos estadounidenses evidencia algo más profundo: el colonialismo del siglo XXI no siempre se ejerce con armas, sino con políticas, miedo y vigilancia. Las agencias federales funcionan como fuerzas de ocupación en comunidades latinas, consolidando la percepción de quién tiene derecho a pertenecer y quién no en el proyecto estadounidense.
Para los puertorriqueños, la ciudadanía estadounidense, en lugar de ofrecer protección, puede utilizarse como herramienta de control. Recuérdense: para muchos americanos y agentes de ICE, no existe diferencia entre un mexicano y un boricua – para ellos, todos somos hispanos y “no parecemos americanos”, como dicen. ICE puede detener a un puertorriqueño en Orlando o en Texas y mantenerlo incomunicado y lejos de su familia durante meses, solo porque pronunció mal una palabra en inglés o porque su apellido “no parece americano”.
Es decir, si un agente de ICE ve a José González (puertorriqueño y ciudadano estadounidense) hablando en español con un vecino en Florida o Alabama, podría considerarlo sospechoso y arrestarlo, ya que podría ser un indocumentado. No importa si José tiene su pasaporte, es veterano y dice que es un PNP; si el agente de ICE determina que José podría ser indocumentado, se lo lleva al centro de detención y el problema se resuelve meses después.
De la indiferencia a la acción
Los puertorriqueños no deben seguir creyendo que estas políticas no los afectan. Cada detención injusta, cada abuso racial y cada ley federal que discrimina por idioma son evidencias de nuestra condición colonial. Mientras dependamos de Washington, nuestra seguridad, nuestros derechos y nuestra dignidad estarán en manos de otros.
El momento de levantarse es ahora. La lucha por la soberanía no es solo una estrategia política; es una cuestión de supervivencia y de dignidad de la nación. Si ICE puede detener a ciudadanos estadounidenses por “no parecer estadounidenses», ¿qué nos ofrece el futuro a los puertorriqueños cuando el colonialismo se vuelva aún más represivo?
Es momento de que los puertorriqueños, en el archipiélago y en la diáspora, se unan para exigir respeto, justicia y libertad. En los próximos meses, se realizarán manifestaciones y protestas contra las políticas del PNP y las imposiciones federales. Participar en estas acciones no es un acto partidista, sino patriótico.
La soberanía como única protección real
Mientras Puerto Rico siga siendo una colonia, los puertorriqueños seguirán siendo considerados extranjeros en su propia tierra y serán sospechosos en el territorio estadounidense. La única manera de asegurar que un puertorriqueño no sea arrestado por hablar español o por tener un apellido “incorrecto” es lograr la soberanía total.
La independencia no solo recuperaría el control sobre nuestras leyes y fronteras, sino que también nos permitiría proteger mejor a nuestros ciudadanos de los abusos de las agencias extranjeras.
La pregunta que todos los boricuas deben hacerse en este momento es sencilla: ¿Continuaremos aceptando un sistema que nos humilla o nos levantaremos como nación para exigir respeto y libertad? La decisión determinará el destino de Puerto Rico.




