Escándalos, improvisaciones y una guerra interna de poder convierten al Partido Nuevo Progresista en un espectáculo político continuo
Por Wilda Rodríguez
Periodista
Esta columna está dirigida a los que siguen los acontecimientos del país. Si tuviese que explicar con lujo de detalle los incidentes que se mencionan aquí, tendría que escribir un libro, y con partes porno.
Anticipaba que la lucha de poderes entre Jennifer González y Thomas Rivera Schatz no la resolvería el retiro del nombramiento de Verónica Ferraiuoli a la Secretaría de Estado. Siempre se supo que ese retiro era una posibilidad. Lo que no imaginamos es que Ferraiuoli tenía que botar al subsecretario de Estado, Fernando Sánchez, nombrado por Pedro Pierluisi, para colocar en el puesto a la esposa del alcalde de Bayamón, Narell Colón, del equipo de Jennifer González, para que actúe como interina hasta que JG envíe al Senado un nuevo nombramiento para ser considerado.

Tampoco imaginamos que la semana de percances políticos para el gobierno de meme del PNP había apenas comenzado. El lunes, la senadora Roxana Soto Aguilú, alias la Abogada Motorizada, volvió a enredarse con el presidente del Senado; a la senadora pastora Karen Román la dejó varada una línea aérea en Florida por bocona; la nominada a Secretaría de Justicia, Janet Parra, fue acusada de acción indebida e ilegal por averiguar quién está hablando mal de ella por ahí; y la gobernadora retiró el nombramiento de Antonio Ramos Guardiola como principal ejecutivo de Innovación, Información y Tecnología, que cogía polvo desde enero en la Legislatura.
Nadie sabe por qué ocurrió esto último, a no ser que PRITS sea un botín muy grande y necesite a alguien de más confianza. Ustedes entienden. Las gallinas de oro las cuida la familia.
Por su parte, el representante Georgie Navarro volvió a ponerle colorido a su narrativa al achacarle inundaciones en su distrito a una falta de “presencia varonil”.

Para colmo, todavía no habíamos salido de la entrevista sonrojante de JG a su marido en un podcast, cuando a ese mismo marido le da con meterse con el hijo de Molusco en una pelea boba.
Si esto no es suficiente para calificar al gobierno del Partido Nuevo Progresista como un meme en progreso, somos unos malagradecidos. Reírse del ridículo es uno de nuestros pasatiempos favoritos y el gobierno y la administración de Jennifer González nos está proveyendo material de sobra.
Dirán que es todo un libreto para desviar la atención de los problemas del país y la ineptitud de González. Es demasiado bueno este libreto de comedia para que se le haya ocurrido a Carlos Bermúdez. Es un libreto por series, digno de preservarse para la posteridad.
Mi imaginación prolija ya pasó de Cantinflas como protagonista ideal. Va por Charlie Chaplin en pareja con Luis Raúl.
Más allá de la caricatura, es para querer salir corriendo.
Entonces aparece Luis Dávila Colón encendido, enumerando los escándalos de la administración de JGC: contó ocho en cuatro meses. Leo Díaz ha hablado hasta malo atacando a su propio partido en un frenesí de gritos y brincos. Carlos Díaz Olivo pasó una queja olímpica camuflada de consejo político al liderato del PNP, pero sonó a queja.
No hubo comentarista que no denunciara crisis de entuertos en ese partido. La semana empezó mal para el PNP, y la experiencia nos dice que se puede poner peor.
Salir corriendo a montarse en un avión no es opción. Nos pueden impedir entrar de nuevo a Puerto Rico. Ya son muchos los puertorriqueños que denuncian dificultades a la hora de regresar. ¡Hasta una senadora!
No hay que pasar por alto que, detrás de la comedia, sí hay una situación política y económica de la que se evita hablar. Sin duda, los expertos de Jennifer González han tratado de distraer la atención de la verdadera situación del país con una campaña mediática extrema que se les ha ido de las manos. Detrás del espectáculo sigue habiendo la incapacidad de administrar la colonia y de explicar el impacto del nuevo imperio fascista de Donald Trump sobre esta colonia. Lo que vemos es una administración que pisa y no arranca. Improvisa, grita, pero no nos lleva a ningún lado.
Según se enumeran las caricaturas, debemos estar planteándonos los apuros del país. Los males de Puerto Rico se pueden agrupar en por lo menos ocho categorías:
- La crisis energética que se complica con la llegada del verano y la temporada de huracanes.
- La manía de la Junta de Control Fiscal de apretarle el presupuesto al gobierno colonial con más recortes y cargas que afectan directamente al ciudadano.
- Los recortes federales que no se explican ni cuantifican.
- La eliminación de derechos adquiridos e imposición del fundamentalismo de derecha.
- Las contrataciones del nuevo bando del PNP que gobierna.
- La crisis del sistema de salud.
- La crisis del sistema educativo.
- La violencia machista.
No sabemos cuánto le están costando y le van a costar al bolsillo y la calidad de vida ciudadana esos renglones. No parece que el gobierno de Jennifer González y Thomas Rivera Schatz tenga intenciones de medirlo, y mucho menos de manejarlo a nuestro favor. Prefieren la lucha de poderes, ficticia o no, para evitar sus responsabilidades, presumir de poder y autoridad, y continuar saqueando al país.
No cierro esta columna sin decirles lo que corresponde a la experiencia pública a la que nos están exponiendo. Lo peor de esa experiencia es cuando se ponen graciosos.
Todo es político. Lo personal es político. Negar lo político es un acto político. En tiempos de crisis, hablar de todo menos política es el acto político más peligroso.
Ninguna de esas frases es mía. La primera es de Aristóteles. La segunda es de Carol Hinchs, una líder feminista de los sesenta. La tercera es de Paulo Freire, un pedagogo brasileño de fama mundial. Y la cuarta es de un puertorriqueño profesor de ética, Nehemiah Lebrón Gómez.