
Es un autor, escritor, empresario, asesor y defensor de la soberanía nacional y la descolonización puertorriqueña radicado en Nueva Jersey y Puerto Rico. Sus libros incluyen “PREXIT: Forjando el camino a la soberanía puertorriqueña” y “Puerto Rico: Hacia una economía nacional soberana.”
Puerto Rico se encuentra al borde de una crisis económica estructural, cuyo origen no es un misterio: es el resultado de más de un siglo de subordinación colonial y dependencia crónica de fondos federales que hoy comienzan a desvanecerse. La reducción proyectada en asignaciones clave del gobierno estadounidense bajo el presidente Trump – Medicaid, créditos contributivos, fondos de recuperación y ayudas alimentarias – amenaza con profundizar aún más la desigualdad, el desempleo y la emigración.
Ante este panorama sombrío y devastador, la respuesta del gobierno del PNP bajo Jenniffer González no ha sido más que la misma fórmula fracasada: rogar por más fondos, improvisar desde el espectáculo político y repetir el mantra de una estadidad que ni Washington ni el Congreso se molestan en considerar. Vemos venir un tsunami: o te quedas jugando en la playa con el PNP en negación que viene un tsunami (que seguramente los destruirán) o buscas el rescate seguro que ofrece la soberanía nacional.
En contraste total con esta parálisis institucional y esta mentalidad de mendicidad colonial, la organización Plan B: Independencia ha presentado recientemente el Plan Nacional de Desarrollo Económico para un Puerto Rico Soberano, una hoja de ruta coherente, detallada y transformadora. Este plan, respaldado por modelos económicos rigurosos y comparaciones internacionales, propone una visión de país libre, moderno, justo y productivo. Una visión que no solo es deseable, sino urgente, viable y necesaria.
El fracaso del modelo colonial
La economía actual de Puerto Rico está atrapada en una estructura colonial diseñada para la dependencia y la pobreza. Bajo el régimen territorial, el país ha perdido su capacidad para formular política económica propia, depender de ingresos fiscales que no controla y someterse a una Junta de Control Fiscal que impone recortes y austeridad a espaldas del pueblo. No existe autonomía para establecer tratados comerciales, ni control sobre los aranceles aduaneros, ni derecho a cobrar tarifas por el uso de nuestro espacio aéreo y marítimo. Todo eso lo cobra el Tesoro federal.
Más preocupante aún es la falta total de visión del liderato colonial. El gobierno del PNP, dirigido ahora por Jenniffer González, insiste en la estadidad como solución mágica, aunque el propio Congreso estadounidense ha dado señales inequívocas de que esa opción no es prioridad ni viable. A falta de una estrategia económica real, su propuesta consiste en sobrevivir con lo que llegue de Washington y llenar el vacío con farándula, fiestas, chisme, improvisación, populismo y propaganda.

Un modelo soberano basado en la producción, innovación y justicia social Frente a este desastre sistémico que viene, el Plan Nacional de Desarrollo Económico para un Puerto Rico Soberano presenta un camino viable. En su núcleo está la premisa de que Puerto
Rico no solo puede sobrevivir sin la dependencia federal, sino que puede prosperar con sus propios recursos si cuenta con soberanía fiscal, económica, industrial y política.
La propuesta establece dos posibles mecanismos de transición: una asignación anual de $36 mil millones durante 20 años, o un pago único de $489 mil millones calculado mediante el método de Valor Presente Neto. Lejos de ser una dádiva, este fondo representaría un ahorro de $231 mil millones para los contribuyentes estadounidenses y permitiría a Puerto Rico financiar su transformación sin recurrir a la deuda externa.
El plan detalla un modelo de ingresos soberanos estimados entre $17.2 y $23.3 mil millones anuales mediante un sistema moderno de impuestos: IVA del 10%, contribuciones progresivas sobre la renta, aranceles aduaneros y tasas a multinacionales mediante un impuesto mínimo global del 15%. Con el tiempo, se estima que los ingresos podrían superar los $51 mil millones anuales gracias a industrias como las exportaciones manufactureras, turismo sostenible, economía digital, banca offshore y agricultura de valor añadido.
Infraestructura, educación y sectores estratégicos
La inversión estratégica del fondo de transición se distribuiría en sectores claves: $9 mil millones anuales para infraestructura y energía, $8 mil millones para industria y manufactura, $5 mil millones para educación, y $4 mil millones para agricultura y seguridad alimentaria, entre otros.
Esta inversión no solo generaría empleos y crecimiento, sino que establecería las bases de una economía moderna, resiliente y competitiva.
El modelo también prioriza sectores de alta productividad como biotecnología, energías renovables, inteligencia artificial, pesca, agroindustria, servicios financieros y turismo ecológico.
El objetivo es dejar atrás la economía extractiva y de consumo para abrazar una economía de producción, innovación y exportación.
Cancelación de la deuda colonial y control sobre el comercio
El plan parte del principio del derecho internacional que define como odiosa la deuda pública adquirida sin consentimiento del pueblo y utilizada para sostener un régimen colonial. Por tanto, propone que un Puerto Rico soberano no reconozca dicha deuda ilegítima, abriendo espacio fiscal para el desarrollo nacional.
Con soberanía, Puerto Rico podrá cobrar tarifas portuarias, de aterrizaje y sobrevuelo que hoy se pierden en manos federales. Solo en el año 20, estas podrían generar entre $3.2 y $3.95 mil millones anuales. Estos ingresos se reinvertirán en infraestructura logística, transformando a la isla en un nodo comercial del Caribe.
Un llamado urgente a la conciencia colectiva
El pueblo puertorriqueño debe preguntarse: ¿seguiremos esperando migajas de un país foráneo en decadencia económica, o construiremos un país digno, productivo y libre? La crisis actual no es inevitable. Es el resultado de decisiones políticas coloniales que pueden y deben cambiar.
Hoy, por primera vez en décadas, tenemos ante nosotros un plan económico serio, estratégico, técnicamente sólido y éticamente justo.
La soberanía nacional – ya sea mediante la independencia o la libre asociación – es la única vía que nos permitirá ejercer control sobre nuestras políticas económicas, negociar nuestros tratados, proteger nuestras industrias, tener acceso a mercados globales y decidir por nosotros mismos. No hay más tiempo que perder. Si queremos que nuestros hijos y nietos vivan en un país digno, con empleos, oportunidades y futuro, el momento de actuar es ahora.
Puerto Rico no nació para ser colonia. Nació para ser nación. El camino está trazado. Lo único que falta es tener el valor de recorrerlo.