Washington, 14 dic (EFE) – EE.UU. superó este lunes las 300,000 muertes confirmadas por la covid-19, un sombrío récord que se alcanzó el mismo día en el que empezó a administrarse la vacuna en el país, y en medio de una de las rachas más letales desde que comenzó la pandemia.
Pasadas las 15:45 hora local (20:45 GMT), el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins informó de 300,267 fallecimientos, lo que sigue situando a EE.UU. como el país con más decesos en términos absolutos, mientras que los contagios superan los 16.3 millones.
El desolador hito se alcanzó en un momento en el que se están registrando a diario cifras de muertes por la enfermedad similares a las que causaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 (2,977) o el ataque en Pearl Harbor (2,403).
Solo en los primeros cinco días de diciembre, se registró un millón de nuevos casos en el país, y en una semana de este mes, la covid-19 superó a las enfermedades cardíacas como la principal causa de muerte en Estados Unidos, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).
El récord de muertes se alcanzó horas después de que comenzara en todo Estados Unidos la campaña de vacunación, con el envío de 2.9 millones de dosis a más de 600 puntos de todo el país, que promedia más de 200,000 infecciones diarias.
Las autoridades esperan que con la vacuna de Pfizer -recién autorizada en el país- y con la próxima aprobación de otras tres desarrolladas por Moderna, Johnson & Johnson y AstraZeneca, todos los estadounidenses que lo deseen puedan estar vacunados para finales del segundo trimestre de 2021.
Sin embargo, dada la complicada logística y la relativa escasez de dosis, la gran mayoría de los estadounidenses tendrán que esperar aún semanas o meses para recibir la vacuna.
La primera estadounidense en recibir la vacuna fue la enfermera afroamericana Sandra Lindsay, que trabaja en la unidad de cuidados intensivos de un hospital del barrio neoyorquino de Queens, donde el pasado abril llegó a haber más de 3,500 pacientes enfermos de covid-19.
«Mi profesión está profundamente enraizada en la ciencia y os puedo decir que es seguro tomar la vacuna. He visto la alternativa y no quiero eso, así que os animo a todos a vacunaros, a seguir a los expertos y a no rendiros», subrayó Lindsay en una comparecencia ante la prensa.
El Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca, calcula que cuando el presidente Donald Trump abandone el poder el próximo 20 de enero habrán muerto 380,000 personas, y para el 1 de abril, más de 500,000.