San Juan, 7 may (EFE News) – Reforestar, prácticamente desde el sofá de casa, es una iniciativa única de la juventud en Puerto Rico que invita a la población a sembrar en envases desechables las semillas de los frutos que come durante la cuarentena por la COVID-19 para luego trasladar las plantas a espacios abiertos en las comunidades, como medida para sacar provecho del confinamiento en beneficio del planeta.
La iniciativa la llevan a cabo seis mujeres puertorriqueñas que forman parte de la Caribbean Youth Environment Network (CYEN), organización ambiental dirigida por jóvenes y fundada en Barbados, y que desde finales de 2016 cuenta con una sección en Puerto Rico.
Desde ese año, CYEN-PR se ha dedicado a impulsar la reforestación y la seguridad alimentaria ante los fenómenos atmosféricos que afectan la isla, pero ahora promueve esos objetivos desde el enclaustramiento del hogar y como una oportunidad de entretenerse y minimizar el ocio durante la pandemia.
«Esta iniciativa es una oportunidad para aquellas personas que están buscando alternativas para ayudar a Puerto Rico desde su casa», dijo a Efe la geógrafa y organizadora de base ambiental de CYEN-PR, Amira Odeh.
EL PLAN PRINCIPAL DE REFORESTACIÓN
La iniciativa arrancó con el grupo publicando una notificación en las redes sociales para que cualquier persona interesada en reforestar en su residencia respondiera al llamado.
La idea principal del grupo era visitar la residencia o zona de vivienda de la persona interesada, pero debido al distanciamiento físico requerido para evitar el contagio de COVID-19, no lo está haciendo.
Ante ello, la recomendación es que las personas usen envases desechables y siembren en ellos las semillas de los frutos que comen, y una vez que pase la emergencia sanitaria las integrantes del grupo visitarán a los participantes para buscar las plantas.
Algunos de los frutos más comunes que consumen las personas son guanábana, tamarindo, limón, china (naranja), papaya y parcha (maracuyá).
«No queremos que la gente se envuelva en gastos, sino que utilicen los mismos envases de habichuelas, potes de yogur de plástico, les echen tierra y que cualquier fruto lo siembren», explicó Odeh.
TRAS SEMBRARLOS, ¿QUÉ?
Cuando las plantas están listas para ser trasladadas, las voluntarias de CYEN recogen el tiesto o envase para después sembrarlas en parques frutales o espacios abiertos de comunidades que llenaron una solicitud para comprometerse a manejar y cuidar los frutos, para que así los residentes tengan recursos saludables y gratuitos.
«Cada seis meses nos comunicamos con alguien de la comunidad para ver el estatus y nos mantenemos en contacto», explicó Odeh.
La CYEN cuenta con otros grupos en el Caribe que se dedican la lucha contra la contaminación plástica, la protección de los corales y a acudir a reuniones sobre la crisis climática en la ONU, con el fin de salvaguardar el planeta.
Además de Odeh componen el CYEN-PR la geógrafa y coordinadora del curso de energía solar para mujeres Dariana Mattei, las educadoras ambientales Mónica Rivera y Coral Avilés, la geógrafa Amy Orta y la estudiante de Derecho Naudelis Fernández.
De acuerdo con el grupo, la iniciativa propone una oportunidad adicional para generar menos desperdicios, aprovechar las semillas locales y germinar árboles que servirán para alimentar a comunidades en un futuro.
PRIMER GRAN PROYECTO: REFORESTAR LA ISLA TRAS MARÍA
El primer gran proyecto de CYEN-PR fue «Reverdece Puerto Rico», que arrancó varias semanas después de la devastación de los huracanes Irma y María en 2017.
El paso de ambos ciclones provocó la deforestación de cientos de árboles frutales, dejando así a los ciudadanos sin reservas y obligándolos a acudir a los supermercados en vez de abastecerse con los frutos que pudieron haber cosechado en sus residencias.
La meta inicial era llegar a unas 1.000 familias en las zonas de mayor nivel de pobreza, según el Censo de 2010, «porque ya sabíamos que era más probable que la gente lo había perdido».
Cada vez que visitaban una de estas áreas, «casa por casa», los vecinos pensaban que las voluntarias les llevaban cajas con comida, cuando en realidad les llevaban árboles frutales o semillas para huertos. Los árboles frutales, entre los que se destacan papaya, china y limón, los compraban en viveros locales, mientras que las semillas -algunas de ellas orgánicas- de tomate, cebolla, zanahoria, albahaca o pimiento las conseguían de Estados Unidos y Canadá.
En total, CYEN-PR ha repartido plantas a unas 3.000 familias de los 78 municipios de la isla desde el paso del huracán María.
«Somos seis mujeres, y todas trabajamos en el tema ambiental. Ninguna es agricultora, pero sí entendemos que trabajar por la seguridad alimentaria es clave en el desarrollo ambiental de Puerto Rico», dijo Odeh.
Agregó que la reforestación y la seguridad alimentaria son claves para que la ciudadanía esté preparada «ante los efectos de la crisis climática y para los próximos desastres que vengan».
«Hay que trabajar con las comunidades para que tengan alimentos accesibles. Además, la importancia de la reforestación, pues al tener más árboles, los ríos y los embalses estarán más limpios», enfatizó.
LA AGRICULTURA AYUDA A UNIR LA GENTE CON EL SUELO
Odeh, por otra parte, admitió que esta obra social y alimentaria la ha ayudado a comprender «la reconexión de la gente con el suelo, en el sentido de que hemos perdido el contacto de la agricultura y el sembrar por tanto depender del supermercado»
«El ver gente que empieza a tocar la tierra y después no pueden parar ha sido gratificante. Hay que reconocer que tenemos el poder de reinventarnos, que malamente hemos dependido de las importaciones y los supermercados, y que podemos sembrar porque tenemos el clima perfecto para eso», enfatizó.
«Desde nuestra organización les ofrecemos apoyo y orientación para que aportemos nuestro grano de arena hacia un país con seguridad alimentaria y comunidades resilientes ante emergencias y desastres», puntualizó.