La joven artista puertorriqueña presenta en la galería Unknown Society una exhibición cargada de simbolismos que la consolida como una de las creadoras más potentes del panorama artístico local
Por Sandra D. Rodríguez Cotto
En Blanco y Negro
Imagínese que usted es un niño y entra a un área de juegos en un parque. Buscará disfrutar de columpios, sube y baja, juegos de tic-tac-toe y ábacos. Como cualquier niño, le dan deseos de salir corriendo a jugar, pero la cuestión es que usted es adulto y los juegos son piezas escultóricas, gigantes, hechas en barros de diferentes lugares de Puerto Rico. Rápidamente, uno reflexiona sobre la tierra, nuestra tierra, lo que hacemos con ella.
Eso es lo que sucede cuando usted entra a una galería de arte donde el piso entero está cubierto de barro traído desde San Lorenzo, Gurabo y otros lugares del país. Así de fuerte es la impresión que deja el trabajo de una talentosa artista puertorriqueña que juega con la tierra y la memoria como un acto político. Se trata de la artista multifacética Yamileth Flores Reyes y su exhibición titulada Entre la tierra y la memoria, que se inaugura en la galería Unknown Society en Bayamón.
Hay que ir a vivir esa experiencia. Todo el que va a verla tiene que concluir que Flores Reyes es una de esas pocas voces que emergen con una fuerza, coherencia y profundidad únicas en el arte contemporáneo puertorriqueño. Esta muestra, cargada de simbolismo y materia viva, la consolida como una de las creadoras más potentes del panorama artístico local contemporáneo.
La artista nos invita, a través del arte, a jugar como acto de memoria y de afirmación. A pisar tierra. A recordar con las manos. Esta exhibición, en la que lo lúdico se entremezcla con las sensaciones, es, precisamente, parte del trabajo que hizo para completar su maestría en Artes Plásticas (MFA) con concentración en Cerámica y Fotografía en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, recinto de San Germán.
Formada con un bachillerato en escultura y pintura en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico, Flores Reyes ha ido desarrollando una trayectoria que explora la pertenencia, la identidad territorial y la memoria colectiva. Su obra dialoga con el cuerpo, el paisaje y los elementos naturales, particularmente la arcilla, a la que vuelve una y otra vez como un hilo conductor que entreteje sus exploraciones visuales con su sensibilidad política. Además de la escultura y la cerámica, es prolífica en el uso de otros medios como la fotografía y la instalación.
Antes de esta muestra, Flores Reyes ha participado en importantes exposiciones colectivas e individuales dentro y fuera de Puerto Rico. Entre sus trabajos anteriores se destaca una muestra individual en la galería Reunión en el 2022 y otra en el MUSAN (Museo de los Santos y las Artes Nacionales) en Santurce. Una de las características principales en el arte de Flores Reyes es que combina diferentes medios partiendo de la cerámica y el barro, el metal, la madera y la fotografía, entre otros, y siempre suele sorprender con sus exhibiciones.
Lo que distingue el trabajo de Flores Reyes es su insistencia en lo sensorial como vía de conocimiento: sus esculturas invitan a tocar, a recordar, a asociar. La artista no se limita a representar; busca activar en el público una experiencia visceral. En este sentido, sus piezas no solo se contemplan, sino que se viven, se reconocen, se sienten. Este enfoque la convierte en una figura crucial para entender cómo el arte contemporáneo en Puerto Rico responde a crisis sociales, ambientales y afectivas desde lo íntimo y lo material.
En esta nueva exhibición presentada en Unknown Society, continúa la línea de investigación que Flores Reyes ha cultivado por más de una década, pero la profundiza con una madurez formal y conceptual admirable. Según la artista multidisciplinaria Dhara Rivera, esta muestra “plasma con elocuencia su capacidad para investigar y presentar, a través de diversos materiales y formatos, las intersecciones entre lo lúdico (el juego poético libre) y lo político”.
Las esculturas, elaboradas en su mayoría con arcilla local y estructuras de metal, remiten a juegos infantiles. Esa tensión entre lo infantil y lo solemne, entre lo efímero del juego y la solidez del barro cocido, activa una reflexión sobre cómo recordamos y qué papel juegan los objetos, los gestos y los territorios en la construcción de nuestras memorias afectivas.
Más allá de la impecable ejecución técnica y el atractivo visual de sus obras, lo que hace de Entre la tierra y la memoriauna exposición imprescindible es su capacidad para hacernos pensar desde lo sensorial. En una época donde el territorio puertorriqueño se redefine constantemente —ya sea por desastres naturales, desplazamientos o políticas de desarraigo—, Flores ofrece una respuesta desde el arte: recordar jugando, crear comunidad a partir de lo compartido, recuperar con las manos lo que se quiso olvidar.
Esta muestra no solo reafirma la madurez artística de Yamileth Flores, sino que aporta una voz indispensable al diálogo sobre la pertenencia, la niñez, la resistencia y el cuerpo como archivo. Su trabajo no es decorativo ni complaciente. Es profundamente político, sin caer en el panfleto. Nos habla desde la arcilla, desde el metal oxidado, desde los recuerdos compartidos.
De 32 años, Flores Reyes nació en Caguas y se crió en Juncos. Ha sido asistente de reconocidos artistas como Beatriz Santiago, Vanessa Hernández, Jotham Malavé y Dhara Rivera, lo que ha enriquecido su perspectiva y práctica artística. Además, es cofundadora de Taller Malaquita, un espacio de investigación multidisciplinario de las artes plásticas y visuales dirigido por mujeres artistas en Santurce.
Entre la tierra y la memoria estará en exhibición durante el mes de mayo en Unknown Society, una galería independiente que se ha convertido en espacio vital para el arte emergente en Bayamón. Es una oportunidad única de ver reunidas obras que interpelan, conmueven y nos devuelven algo de lo que muchas veces perdemos en la prisa: la conexión con el suelo que pisamos y con las historias que llevamos en el cuerpo.
