La fractura entre el PIP y el MVC deja lecciones urgentes para las fuerzas progresistas
Por Wilda Rodríguez
Periodista
Mientras Jenniffer González sigue socavando la ventaja amañada de su partido, Thomas Rivera Schatz no pierde tiempo para contenerla a toda costa desde la Comisión Estatal de Elecciones con los truqueros de costumbre, incluyendo a jueces del Tribunal Supremo que controla su partido.
El efecto de la decisión del Supremo despojando al Proyecto Dignidad de su representación en la CEE cumple con ese objetivo. Como cumple también con ese objetivo la evidente ruptura entre el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana.
Atrás queda la jornada gloriosa más importante de la historia reciente del país, cuando cerraron filas elementos progresistas y amenazaron en serio el bipartidismo colonial. Muchos querrían que no se toque el tema. Eso no es opción. Ahora podemos, debemos y tenemos que hablar del elefante en la sala. La historia ya lo registró de todos modos.
Al no producirse la victoria que se trabajó con entusiasmo aun a sabiendas de que el sistema electoral estaba arreglado contra la Alianza, la frustración de no ganar redundó en infravalorar una gesta política extraordinaria. La distribución de la ganancia política se puso en entredicho y volaron las reclamaciones entre los partidos promotores de la Alianza. Los que trabajaron para la Alianza sin pertenecer a ninguno de ellos se frustraron por partida doble.
El PIP acusó al MVC de haber tomado malas decisiones electorales en contra de sus mejores consejos. El MVC acusó al PIP de mala fe al no haber cumplido con el acuerdo para distribuir la ganancia electoral de la Alianza.
Las decisiones previas del MVC, por más malas que fueran, sólo hicieron daño al MVC. Achacarle a eso responsabilidad sobre el resultado eleccionario de la Alianza es absurdo. El acuerdo que se alega violentó el PIP también es absurdo. Todos sabían que el MVC perdería su franquicia electoral y que una división de escaños no sería avalada nunca por la CEE ni los tribunales. Los votos corresponderían al PIP.
Ahora bien, el MVC sí es responsable de no haber negociado un mejor y más justo acuerdo con el PIP; y el PIP no cabe duda que se llevó la mejor parte poniendo condiciones, algunas de ellas caprichosas, desde una mejor posición.
Aunque el PIP se vaya de culo diciendo que comprometió a sus miembros a votar por los candidatos de la Alianza, era fácil imaginar que esa directriz nunca la acataría un gran sector del electorado pipiolo y votaría íntegro por el PIP. Si a eso se le suma que sí hubo líderes del PIP que nunca apoyaron el acuerdo y lo hicieron saber en privado o semipúblico, la conclusión lógica a la que se llega es que los pipiolos no honraron el acuerdo. El MVC se sintió humillado, y los sentimientos se respetan.
La izquierda tampoco se fue toda de pecho con la Alianza, y lo sabemos. Hubo quien trató de sabotearla. Especialmente los antipipiolos de fe.
La Alianza se hizo en la calle con un junte al que se integraron con fuerza algunos de los artistas más queridos del país, y es lo mejor que le ha pasado al movimiento verdaderamente progresista de independentistas, soberanistas, libreasocionistas, estadistas que se consideran social demócratas, sindicatos, estudiantes, activistas y la comunidad LGBTQ+. Se hizo especialmente en la Zona Metropolitana, donde no hay duda de que tanto el PIP como el MVC se comieron la calle.
Faltó el mismo empeño fuera de la zona metro, posiblemente como resultado de desacuerdos con los lideratos municipales de ambos partidos, que no son un secreto. Ahora, el MVC busca rehabilitarse de una mala negociación con el PIP y de un liderato flojo.
El PIP, por su parte, trata de pasar con ficha para dejar atrás los errores y ver cómo se le podría montar otro caballo de Troya al bipartidismo colonial. ¿Saben qué? Ambos están en lo correcto. Eso es lo que tienen que hacer: aprender de los errores y volver a poner por delante al país. La Alianza dejó bien claro que un nuevo camino es posible.
La ojeriza y el encono en política aconsejan cautela, no paralización o garata constante. En algún momento hay que entender que, si la meta es la misma, habrá que caminar juntos. Solos no van para ningún lado.
Graciela tiene una manera muy peculiar de explicarlo: “Imagínate que haya un terremoto que nos saque de la comodidad y a mí me toque compartir caseta con Tata Charbonier”. No la mata, se los garantizo, y se tapa los oídos cuando Tata empiece a llorarle a papito Dios. Tiene que convivir, dice ella.
Hay que buscar cómo dejar el pasado atrás y salir de las dos primeras fases del duelo (rabia y negación). Hay que empezar de nuevo y con los mismos.
Quizás deberíamos concentrarnos todos en adelantar la soberanía e independencia como una solución, no como un ideal. Así el PIP no tendría que defender tanto su derecho propietario, el MVC no tendría que justificar tanto su pluralidad, los soberanistas libreasocionistas podrían sentarse a la mesa con nombre y apellido a negociar los términos de una nueva alianza igualitaria, y los del Plan B podrán explicar el sujeto y el predicado sin que nadie los interrumpa.
Siempre habrá unos que saben más que otros y unos que hacen más que otros. Pero sin hipocresía y agendas escondidas, con una insignia que se enarbole junto a la de los partidos o sola, y un programa en que estén todos en la misma página, se puede. Que no se contradigan como Alianza en programas individuales. Tienen que tener un libreto y un lenguaje acordados.
Lo contrario sería deponer las armas, porque está realmente fuera de la realidad creer que solitos van a llegar. Pueden llegar a algún sitio, pero no precisamente a un mejor país.
Permítanme meter aquí otra pequeña reflexión: los líderes se hacen, no nacen. Se nace con ciertas habilidades, pero es la formación lo que hace un líder. Un líder tiene poder de convocatoria y motiva equipos para llegar a una meta. Opuesto al caudillo, que trabaja para sí mismo, el líder trabaja para que el equipo gane. Es fácil confundir un líder con un megalómano. Esos carismáticos que chupan el talento de otros y destruyen para ganar más poder. Convencidos de que sus ideas y métodos son los correctos, muerden y no sueltan. No tienen equipos, tienen siervos.
Sin equipo no hay líder. Tampoco se es líder por ser el mejor que se expresa, el más que sabe, el que tiene más experiencia o el más carismático. Todo eso es ganancia, claro. Pero cada una de esas cosas se aprenden. Velen mejor al que los otros miran cuando se queda una pregunta en el aire. Aunque no la conteste al momento, apuesten a que va a buscar la respuesta. La más directa y sencilla, porque el líder no está para complicar las cosas sino para buscarles solución. Si no hay un líder a la vista, hagan uno. Si hay que molestar a alguien para ello, moléstenle.
Acepten cuando se apantallan con un líder situacional, transitorio. Los hay y pueden ser excelentes en determinada situación. Son necesarios a veces, pero se puede reconocer que son de ocasión. Se le suben los humos y es difícil bajarlos. Tampoco es fácil bajárselos a los bocones. Hay que ponerle muchos anzuelos para que mueran por la boca.
Mientras tanto —vuelvo al principio— el PNP se las ha agenciado para sacar de la CEE al MVC y al Proyecto Dignidad. No hay ninguna sorpresa. Lo que sí tiene que haber es un estudio minucioso de las estrategias que tienen esas bestias políticas a la mano. Ya han puesto una en funciones: posicionar de nuevo el bipartidismo colonial. La CEE vuelve a estar en manos del PNP y el PPD, en mayoría de dos a uno contra el PIP. Así legitiman la democracia de embuste que tenemos.
No es que el PIP no esté ahí por derecho propio. Claro que lo está. Pero la CEE es un campo minado para el PIP, y lo saben. Los truqueros del PNP están a sus anchas. Déjenlos jugar allá adentro. Hagan como que les hacen caso. Pero no.
Lo que haya que hacer por el país hay que hacerlo desde fuera de la CEE. El derrotismo, el sabotaje, la arrogancia y el desdén hay que sacarlos del medio para probar que realmente trabajan para este país. De lo contrario, nos joden a todes.
Apuesto a los que ya empezaron a tirar puentes para meter el chambón sin pedir permiso. A esos apuesto.
“No es que busque bulla, es que las perras viejas ladramos echadas”.
