San Juan, Puerto Rico – En un siglo lleno de inmediatez, ver cómo un visionario pudo apostar hace unas décadas, a la sostenibilidad, tan necesaria hoy día, es un lujo. Un gran vino se hace pensado, con calma y con mucha atención.
Seguramente, cuando estableció su primera bodega para tarde en la década de los 80, tenía esbozado un plan básico que se fue adaptando a las necesidades inmediatas y a las proyecciones. Eso sí, hablar de la tierra con respeto y responsabilidad forma parte de su ADN pues sus antepasados estaban ligados al mundo de la viticultura.
Escucharlo tratar temas de innovación tecnológica, sostenibilidad y plataformas de información es ver el compromiso que tiene con la industria del vino desde diferentes ópticas.
Conocí a Carlos Moro, el mismo año que nos trajo el huracán María. Fue para temprano en el 2017, cuando junto con su esposa, nos presentó el rosado Emina, de la denominación de origen Cigales, y su CM de Rioja.
Cuando regresó a Puerto Rico recientemente trajo su nuevo proyecto, el Viña Caeira, un albariño elegante, que recoge en cada sorbo lo mejor de las Rías Baixas, con aromas de peras d’Anjou y azahares, es persistente en boca, goloso, y elegante.
Carlos Moro, cuya primera bodega fue Matarromera en la Ribera del Duero, ahora regenta un grupo llamado Bodegas Familiares Matarromera, que cubren denominaciones de origen de gran prestigio: Ribera del Duero, Rioja, Rueda, Cigales, Ribeiro, Rías Baixas, y Toro.