Sharm el Sheij (Egipto), 10 de noviembre (EFE) – Cada vez son más los niños y adolescentes que levantan la voz contra el cambio climático y exigen medidas urgentes preocupados por su futuro, siguiendo la estela que inició la activista medioambiental Greta Thunberg en 2018, lo que se plasmó con la inauguración del primer pabellón ‘Infancia y Juventud’ en la COP27 que acoge la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
La india Licypriya Kangujam tiene tan solo 11 años, pero empezó su trayectoria como activista medioambiental hace cuatro, cuando asistió por primera vez a una conferencia sobre desastres naturales de la ONU en Mongolia que le permitió entrar en contacto con científicos, líderes, políticos y otros activistas que compartían sus mismas preocupaciones.
Su temprano interés por la defensa del medio ambiente le viene prácticamente de nacimiento: «Nací en la ciudad de Manipur, llena de biodiversidad, pero crecí en Bhubanewswar, donde mi vida se vio azotada en 2018 y 2019 por dos ciclones que acabaron con la vida de miles de personas. Después me mudé a Delhi, donde el aire es irrespirable y las olas de calor insoportables».
Todo ello la motivó a alzar la voz para conseguir políticas que frenen el cambio climático y creen un modelo de desarrollo que ponga en el centro el respeto por el entorno natural y la vida de las personas, donde la justicia climática ocupe el lugar que le corresponde en la agenda de líderes mundiales.
Javier Vera es otro de los niños activistas que recorre estos días el pabellón de los jóvenes de la COP27. Es colombiano, tiene 13 años y empezó su lucha por el medio ambiente con nueve, motivado inicialmente por los derechos de los animales y que con el tiempo adoptó una posición más completa de las diferentes aristas alrededor del cambio climático.
Los incendios que asolaron la Amazonía hace cuatro años y que se siguen repitiendo cada verano despertaron el interés y la preocupación de Vera por la defensa del medio natural, motivación que incrementó cuando conoció las acciones de la sueca Greta Thunberg.
Recados para los gobiernos
Ambos menores tienen las ideas muy claras y compartieron con EFE diferentes mensajes que quieren hacer llegar a gobiernos e instituciones con poder de decisión y presupuesto para su aplicación.
«Sacrificar la vida de millones de niños por los fracasos de nuestros líderes es inaceptable; en lugar de gastar billones de dólares en guerras, deben de invertirlos en acabar con la pobreza, en educación y en la lucha climática, así el mundo sería un lugar muy diferente», afirmó Licypriya Kangujam.
Kangujam lamentó la falta de interés real en escuchar la voz de los niños por parte de las altas esferas: «Aunque estemos aquí, nuestras voces son silenciadas en COP27 porque no se nos da la oportunidad de compartir nuestro mensaje con los líderes mundiales en ninguna sesión».
«Nos siguen ignorando, por eso los jóvenes activistas tenemos que tomar las calles contra la inacción de los líderes mundiales, pero debemos hacerlo de forma pacífica, la violencia no es una opción», remarcó la activista india.
Coincide con ella Vera, quien dice: «Los gobiernos del mundo aún no han entendido que en sus manos tienen nuestro futuro y presente», por lo que les pide que tomen acciones inmediatas para que «no les recuerden como aquellos que permitieron un atentado contra la vida, un gran daño contra el planeta» sino como quienes aplicaron «tomaron políticas de mitigación y adaptación».
Para este colombiano es importante la COP27 como marco para abordar los problemas reales, pero lamentó que «los gobiernos no estén siendo serios» porque «hay muchos compromisos que no se están cumpliendo» y están reaccionando «muy lentamente cuando el tiempo apremia».
Pequeñas grandes acciones
El peso de actuar y destinar el presupuesto necesario para ello recae en gobierno e instituciones, pero cada aportación contra el cambio climático cuenta y por ello ambos activistas llaman a la movilización ciudadana porque toda acción cuenta.
A modo de ejemplo, Kangujam creó la organización The Child Movement (Bachpan Andolan, en hindi) para movilizar a la sociedad en la lucha por la justicia climática, manifestarse y realizar actividades como plantaciones de árboles, limpieza de playas y actos de concienciación.
Hace escasos meses abrieron ‘Plastic Money Shop’, la primera tienda donde la gente puede intercambiar gratuitamente los residuos plásticos de un solo uso por arroz u otros productos imperecederos, mientras que los integrantes del movimiento dan una segunda vida a los plásticos convirtiéndolos en bancos, tejas o neumáticos.
Vera también creó otra organización junto a compañeros de escuela. Son los ‘Guardianes por la Vida’ y en los últimos cinco años llevaron a cabo numerosas manifestaciones, plantaciones de árboles, limpiezas de parques y otros espacios públicos, todo ello para concienciar e invitar a la ciudadanía a tomar parte de estas pequeñas acciones que contribuyen al día a día.
De cara al futuro, este activista colombiano espera seguir con estas acciones para llegar más personas y consolidar su proyecto de educación ambiental con escuelas de formación climática y ambiental para toda la ciudadanía.
«Las acciones de hoy decidirán el futuro de mañana. Los niños somos las principales víctimas del cambio climático. Tenemos que pasar a la acción y abandonar las falsas promesas», concluyó Kangujam.