Madrid, 23 de diciembre de 2021 (EFE) – Contraponer la sostenibilidad con la economía «es una falsedad, y así lo prueba el hecho de que las iniciativas de conservación ambiental han generado crecimiento económico y bienestar» en Costa Rica, ha asegurado a Efe en entrevista telemática el presidente de este país, Carlos Alvarado.
Alvarado, que acaba de decretar la ampliación del parque nacional Isla del Coco y del área marina de Manejo del Bicentenario, ha insistido en que la protección de los ecosistemas no sólo garantiza la conservación de la biodiversidad, sino el futuro de los recursos pesqueros y la consolidación del turismo sostenible.
Este país centroamericano ya contaba con un porcentaje de protección terrestre en torno al 26 % y, tras esta decisión, incrementará el de protección marina desde un 2.7 % a cerca del 30 %.
Paradójicamente, «mucha gente no sabe que el territorio de Costa Rica es terrestre sólo en un 8 %, ya que el 92 % es marino, sobre todo en el Pacífico alrededor de Isla del Coco», parque nacional declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su riqueza natural ya que «posee más de 50 especies endémicas y conecta a través de las cordilleras submarinas con las Galápagos».
Por esta razón, el gobierno costarricense llegó a un reciente acuerdo con los de Panamá, Ecuador y Colombia para proteger este corredor marino y facilitar la reproducción y conservación de especies en la región.
Elevar la protección ambiental terrestre y marina a un 30 % de cada una de ellas de aquí a 2030 en todo el planeta es el objetivo de la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, que Costa Rica y Francia lanzaron en 2019 con el apoyo del Reino Unido en una reunión previa a la COP25.
«Entonces decían que era algo muy ambicioso, pero ya se han sumado más de 75 países» asumiendo una «triple responsabilidad»: intergeneracional -«cuidar el planeta para nuestros descendientes»-, ética -«cuidar la vida de todos los seres vivos del planeta, no sólo la de los humanos»- y de liderazgo -«nuestro ejemplo puede hacer que otros países nos sigan en esta tarea», ha añadido Alvarado.
La riqueza ambiental de Costa Rica, que pese a su pequeño tamaño alberga más del 5 % de la biodiversidad global, es un imán para el turismo sostenible, por lo que los confinamientos y restricciones impuestos a raíz de la COVID-19 provocaron un fuerte impacto en el país, con una caída del 40 % de los visitantes y un declive del 4 % de su economía.
A día de hoy, la situación «se está recuperando y ahora tenemos mejores cifras, de hecho en lugares como Guanacaste tenemos una ocupación de más del 90 % de aquí a final de año».
Alvarado ha definido además a Efe los principales problemas ambientales que afronta su país en este momento, empezando por los residuos, ya que «necesitamos más economía circular, una tarea compleja porque requiere el concurso de gobiernos locales y mayor esfuerzo social».
El ordenamiento territorial y la planificación para la adaptación y resiliencia es otro reto pues «nuestra región está sujeta a inundaciones, sequías, huracanes…, y no puede ser que cada temporada sean afectadas las mismas infraestructuras y tengamos que volver a construir lo mismo una y otra vez».
Un tercer desafío es el transporte público, «nuestra principal fuente de emisiones, ya que alcanza el 60 %», por lo que plantea la construcción de un tren eléctrico que una las cuatro principales ciudades costarricenses: San José, Alajuela, Heredia y Cartago.
Desde el punto de vista energético «nuestra matriz eléctrica es 99,5 % limpia, basada sobre todo en renovables firmes, la hidroeléctrica y la geotérmica, además de contar con eólica y fotovoltaica», y en este momento «estamos trabajando con hidrógeno verde y esperamos tener una tarifa que nos permita atraer inversión a partir del año próximo para poder exportarlo».
La instalación de electrolineras y la eliminación de impuestos a los vehículos eléctricos ha convertido Costa Rica en el país de la zona con mayor porcentaje de ellos «ya que el crecimiento ha sido exponencial: hace cuatro años no llegaban a los cien y ahora mismo estamos en millón y medio de este tipo de vehículos».
Alvarado también ha tenido un recuerdo para la COP26 de Glasgow, que resultó «dulce y agria al mismo tiempo», porque «permitió que las metas sigan vivas, pero el problema ahora es el tiempo: no es ya lo que vamos a hacer, sino qué tan rápido lo vamos a hacer».