Con una inversión de $300 millones, Popular Center District busca rescatar la esencia de ciudad humana que San Juan olvidó y afrontar el reto de la diversidad social
HATO REY, Puerto Rico — La transformación que impulsa Popular en la Milla de Oro no se mide solo en metros cuadrados ni en nuevas torres. Se mide en una visión: reconstruir una ciudad pensada para su gente. Con la inauguración del edificio Muñoz Rivera 200, el primer paso del ambicioso Popular Center District, la institución apuesta a devolverle a San Juan su vitalidad humana, pero también enfrenta uno de los mayores retos urbanos de nuestro tiempo: evitar la exclusión social.
«Muchas personas dicen que los empleados son lo más importante, pero otra cosa es actuar como si eso fuera una realidad», expresó Richard L. Carrión, presidente de la Junta de Directores de Popular, Inc., durante un recorrido de prensa. «Aquí creemos que el ambiente físico, la salud, el bienestar y la vida comunitaria son esenciales».
El Popular Center District se levanta como un modelo mixto que incluye oficinas, espacios públicos, áreas de servicios y un gimnasio de clase mundial. Además del Muñoz Rivera 200, Popular desarrolla una segunda torre, junto al Fine Arts Cinema, que integrará comercios, jardines, un centro de capacitación y un hotel Marriott AC de 121 habitaciones para 2027.
Una ciudad que camine, una ciudad que viva
Para Stan Eckstut, arquitecto principal del proyecto, la clave no es simplemente levantar edificios, sino crear vida urbana auténtica. «Richard me llamó y me dijo: ‘No quiero solo otro edificio más. Quiero crear un distrito real, algo más grande que la vida’», relató.
La inspiración, explicó Eckstut, no vino de las grandes capitales del mundo, sino del Viejo San Juan. «Los españoles supieron diseñar calles caminables, plazas donde la vida pública florecía. No importa dónde estés en el mundo, siempre puedes aprender más del Viejo San Juan que de cualquier manual moderno», afirmó.
Eckstut lamentó que durante las últimas décadas San Juan haya perdido ese modelo de ciudad humana: «Se pensó más en el carro y las torres que en la vida de calle». Con Popular Center District, el objetivo es recuperar ese espíritu: abrir calles, reducir la velocidad, conectar espacios, hacer que caminar vuelva a ser una opción real y agradable.
El reto de la gentrificación: diversidad o exclusión
Sin embargo, Popular reconoce que el desafío no es solo físico. Carrión fue enfático al abordar el tema de la gentrificación, uno de los riesgos inherentes en cualquier proceso de revitalización urbana.
«Creo que debe haber de todo, de todos los niveles», sostuvo. Para Carrión, un distrito exitoso no es aquel que desplaza a las comunidades existentes, sino aquel que integra a estudiantes, jóvenes profesionales, familias y trabajadores de todas las clases sociales.
Uno de los obstáculos más grandes es el costo actual de construcción en Puerto Rico, que ronda los $400 por pie cuadrado. «Un apartamento de 1,000 pies cuadrados puede llegar a costar medio millón de dólares. Eso no es accesible para una pareja joven que empieza», advirtió.
Carrión reconoció que el mercado hoy solo produce vivienda de lujo o vivienda subsidiada, dejando a la clase media prácticamente fuera de la ecuación. Por eso, planteó la necesidad urgente de buscar incentivos, desarrollar vivienda asequible cerca de estaciones de tren, y diseñar alternativas reales para los jóvenes que quieren vivir en la ciudad.
«No podemos construir un distrito solo para quienes ya tienen todo resuelto», dijo. «Tenemos que crear espacios para quienes están empezando, para quienes quieren crecer aquí».







Una memoria urbana que aún puede recuperarse
Más que una obra de expansión, Popular Center District representa una apuesta cultural: rescatar la memoria de una San Juan accesible, diversa y caminable.
«Cuando niño, viví en la calle Loíza, y todo era bastante accesible», recordó Carrión. «No tenemos que inventar nada. Solo tenemos que recordar lo que fuimos capaces de construir, y atrevernos a hacerlo otra vez».
En la Milla de Oro, ese esfuerzo acaba de empezar. No será solo una cuestión de arquitectura. Será, como siempre, una cuestión de quiénes podrán —y querrán— quedarse.